Con la irrupción cada vez más generalizada de las nuevas tecnologías, los «antiguos juguetes» se han ido transformando en lo que ahora conocemos como juguetes conectados o ‘Smart Toys’. Estos nuevos juguetes o en algunos casos actualizaciones de los antiguos, presentan diseños sorprendentes e innovadores y permiten una mayor interacción. Siempre que se utilicen con precaución y responsabilidad, no deberían presentar más riesgos que un «juguete de toda la vida». Es el hecho de que sean los menores de edad los destinatarios lo que nos hace estar en alerta al ser mucho menos conscientes de los riesgos que puedan correr.

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Fuente: shutterstock

Antes de comprar juguetes conectados hay varias preguntas que nos deberíamos plantear como: qué datos es capaz de transmitir por internet, qué posibilidades de configuración hay, a qué se exponen sus usuarios o qué datos recoge el juguete. Respondiendo a esta última pregunta, la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), ha publicado una infografía con consejos para evitar que el juego interactivo de los más pequeños se convierta en un arma de doble filo. «El hecho de que estos juguetes sean capaces de recopilar información sobre los usuarios, en su mayoría menores, plantea desafíos en cuanto a privacidad«.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), nos invita a la reflexión en este vídeo exponiendo varios casos de juguetes peligrosos conectados: teledirigidos, drones, juguetes como el perro robot Teksta, el Minion MIP Turbo Dave o el BB8. Aunque a primera vista parecen inofensivos no lo son, ya que presentan deficiencias en sus sistemas de seguridad. En algunos casos los fallos afectan a las cámaras incorporadas capaces de filmar en directo. En el caso del Rovospy el problema se dio en el micrófono que es capaz de grabar conversaciones, mientras que en el Parrot la brecha de seguridad estaba en la posibilidad de acceder a sus servidores y ver la localización del aparato en un mapa.

No hay que olvidar casos como el de la muñeca Cayla prohibida en lugares como Alemania o España por incorporar un micrófono y una conexión Bluetooth que la convertían en un instrumento perfecto para espiar o el osito de peluche Smart Toy Bear, fabricado por Fisher-Price junto con Vtech, empresa de juguetes electrónicos que sufrió un ataque que dejó al descubierto datos, fotos y fichas de casi seis millones y medio de niños y niñas de todo el mundo y casi cinco millones de clientes.

Riesgos más comunes que incluyen los juguetes conectados

Lo primero es averiguar qué tipo de función relacionada con la conectividad incluye el juguete. Para ello se hace imprescindible acudir a las instrucciones del fabricante, incluso si es posible, buscar información relacionada con el juguete en internet, ya que cada vez es más difícil darse cuenta de la existencia de los dispositivos y funcionalidades sensibles. Deberíamos prestar especial atención a la presencia de estos elementos:

  • Cámara de vídeo con posibilidad de grabación y transmisión en tiempo real de imágenes o vídeos. Un ejemplo son los drones y vehículos teledirigidos capaces de grabar imágenes a gran calidad.
  • Micrófono y su capacidad también para la grabación y reconocimiento de la voz. Es una de las funciones estrella de este año con el auge de los asistentes de voz como Google Assistant, Siri o Alexa. Además de la capacidad para interactuar con los dispositivos no hay que olvidar que los micrófonos al igual que las cámaras de vídeo también graban y trasmiten el audio en tiempo real.
  • Comunicación a través de internet. Un juguete con capacidad para conectarse a internet abre la puerta a que su usuario interactúe con otras personas y la posibilidad de transmitir y recibir información. Cualquier teléfono, tablet o reloj inteligente en su versión infantil, cuentan con conexión a internet.
  • Aplicaciones para interactuar, si el juguete dispone de una aplicación para móvil o tablet, hay que prestar atención a cada actualización ya que las características iniciales del juguete pueden cambiar, incluso en ocasiones dejar el juguete sin funcionamiento.
  • Otras conectividades del tipo Bluetooth, NFC o WiFi. El primero se utiliza para conectar un juguete a otro dispositivo, generalmente un móvil o un ordenador, es la forma más rápida y sencilla de conectar dos dispositivos y también una de las menos seguras. Otra tecnología es el NFC, que se utiliza de forma similar a los lectores de las tarjetas de transporte. Funciona por cercanía, casi por contacto, un ejemplo puede ser el chupete de un muñeco y la capacidad del mismo para reconocer y realizar diferentes acciones a cada objeto. El último es el que permite que el juguete tenga acceso a internet, incluso en dispositivos como drones o teledirigidos hacen como punto de acceso ampliando la red WiFi de nuestro hogar.

¿Qué debemos tener en cuenta tras comprar un juguete conectado?

Algunos juguetes como las videoconsolas, tablets o dispositivos móviles incorporan sistemas de control parental o herramientas de seguridad especificas que nos permiten controlar parámetros como el tiempo de uso para evitar un uso excesivo. Cambiar todas las contraseñas y códigos que vienen de fábrica, para que la conexión con otros dispositivos sea segura y evitar que cualquiera que conozca las claves genéricas pueda conectarse a él. Mantener actualizadas las aplicaciones para corregir fallos de seguridad o ampliar nuevas funciones. Siempre que lo permita, apagar el juguete cuando no se utilice para evitar que siga recopilando información aun cuando no esté en uso. Dado que algunos juguetes requieren crear cuentas de usuario en sus páginas o servicios, de forma periódica, comprobar y eliminar los registros de mensajes, localización y cualquier dato almacenado. También comprobar que esas páginas cumplan con la política de privacidad y esté especificado cuál es el objetivo de la recogida de datos y los posibles usos a los que están destinados.

Para finalizar, dos puntos importantes. Compartir tiempo de juego en familia, es una oportunidad para crear confianza y complicidad en torno a las pantallas y una perfecta ocasión para que madres y padres conozcan qué apasiona a sus hijos e hijas y establecer unas normas de uso donde impere el buen uso de los dispositivos por parte de los menores, el respeto al interactuar con los juguetes o personas al otro lado y el tiempo de empleo de pantallas.