• Prohibir no significa no educar. Prohibir es acotar, restringir, poner límites… algo necesario para educar. Poner límites sobre cuándo usar es educar en el uso.
  • Docentes y equipos directivos manifiestan problemas por el uso inadecuado de los móviles. Problemas que les suponen una carga y una merma en recursos y capacidades para su desempeño principal.
  • Debemos ayudar al alumnado a desarrollar competencias digitales y a incorporar el móvil a sus actividades de aprendizaje. También debemos ayudarles a saber prescindir del móvil.

Prohibición del uso del móvil

Hace tiempo que esta cuestión viene siendo recurrente y conflictiva. Francia fue el primer referente ajeno pero próximo y luego diferentes comunidades autónomas españolas han implantado restricciones al uso del móvil en los centros educativos.

Hasta donde yo sé, y en líneas generales, la prohibición del uso del móvil se reduce al recinto y horario escolar pero no impide que se utilice para intervenciones didácticas o en casos excepcionales como pueda ser por cuestiones de salud. Parto de esta hipótesis.

Podría desarrollar estos puntos y conectarlos entre sí pero me atrevo a dejarlo en frases sueltas que representan mis opiniones, intuiciones e incluso esperanzas:

  • Prohibir es compatible con educar, por lo que no entiendo la intención cuando se plantean ambas cosas como contradictorias. Poner límites es necesario en la educación.
  • Prohibir no significa criminalizar ni oponerse a algo de manera absoluta. Por ejemplo, la prohibición de aparcar en un lugar determinado es la priorización de otros usos para ese espacio y no supone un intento de que se prescinda del coche siempre ni un atentado contra quienes lo utilizan.
  • Prohibir el uso del móvil en el centro no significa un desentendimiento del mismo ni del sistema educativo en relación a la promoción de su uso saludable del dispositivo o al desarrollo de competencias digitales por parte del alumnado.
  • Las y los adolescentes necesitan practicar la desconexión digital tanto porque tienden a pasar excesivo y creciente tiempo conectados como por lo que dejan de hacer debido a ello. Los móviles y todo lo que nos traen representan un gran atractivo, más allá de su utilidad real. Es tal la atracción que nos encontramos en ocasiones incómodos sin ellos. Esta sensación no es positiva y nos lleva al sobreuso inconsciente. En muchos casos necesitan más el que les ayudemos a estar sin móvil que el que les ayudemos a usarlo mejor.
  • Muchos adolescentes necesitan una desconexión de sus padres y viceversa. La posibilidad de contacto permanente no es imprescindible ni saludable. La sobreprotección es uno de nuestros males.
  • El smartphone no es imprescindible tampoco en situaciones “problemáticas y especiales”. Se puede garantizar una conexión ocasional y urgente por otros medios, como son los móviles no tan inteligentes y otros dispositivos con funciones limitadas. La secretaría del centro educativo sigue siendo también una alternativa.
  • Todas las realidades no son iguales y es imprudente proyectar escenarios personales (experiencia vital propia) sobre contextos tan diversos y quizás no siempre tan privilegiados como los de las personas que podamos tener cierta capacidad de prescripción. Que gestionar el uso adecuado del móvil en la propia casa o centro educativo no sea un problema no habría de ser razón para que, sin matices, se asuma como norma y se proponga como regla general.
  • Docentes y equipos directivos necesitan eliminar elementos distorsionadores de la vida escolar en la medida de lo posible para centrar todas sus capacidades y recursos en la acción educadora.

Por todo esto, no entiendo la oposición a este tipo de medidas que, de lejos, y en el momento actual y en mi opinión, presentan muchas más ventajas que inconvenientes. Somos PantallasAmigas porque consideramos, desde hace más de 15 años, que las pantallas (videojuegos, móviles e Internet) son útiles, aliadas, amigas, pero no siempre, en cualquier lugar ni a cualquier precio.