Se trata de un delito pero, sobre todo, de la victimización de una persona, casi siempre mujer. Tener una imagen, fotografía o vídeo en el móvil, por voluntad propia o por el envío de un tercero, no significa poder hacer uso de ella.

El respeto por las imágenes íntimas es una cuestión de reflexión y de empatía, pero también de igualdad. Las imágenes que más circulan y que peores consecuencias tienen para quienes las protagonizan son de ellas, niñas, chicas adolescentes o mujeres. Esto es así porque, entre otras cosas, los hábitos sociales y culturales impuestos someten a restricciones el ejercicio de su libertad sexualidad femenina.

No abordamos en este caso las imágenes relacionadas con depredadores sexuales, ciberviolencia de género, sextorsión… Cada caso es distinto y tienen todos gravedad máxima. Tampoco, siquiera, hacemos incidencia en la minoría de edad, que desde luego no es cosa desdeñable. Queremos poner el foco en el hecho de hacerlas propias, de enviarlas, de verlas siquiera.

Vídeo como recurso didáctico para la reflexión

Para tomar conciencia sobre esta situación y prevenir estas conductas que vulneran el derechos a la intimidad el honor y la propia imagen de la víctima y que pueden generar gravísimas consecuencias PantallasAmigas ha lanzado un vídeo para los más jóvenes. Este vídeo está recompuesto del proyecto que fue lanzado en enero de 2018.

Si bien quien suele ser víctima de este ultraje son ellas, las mujeres, este vídeo es protagonizado por un muchacho adolescente, precisamente para que quienes suelen ver y enviar estas imágenes, ellos, sientan empatía con la situación. Es cierto que no es tarea fácil porque él no será tan victimizado como lo hubiera sido ella, pero al menos por un momento los adolescentes chicos que lo vean asumen el papel de víctima potencial.

Nadie tenemos derecho a ver las fotos robadas de Scarlett Johansson

Alguien robó esas imágenes y las publicó. Ella es una celebridad pero su intimidad no es pública. Es obvio que eran imágenes privadas y que ella no se las tomó o dejó tomar para que un “cualquiera” las viera. Sin embargo, muchas personas las han visto, las han enviado… sin pensar, sin plantearse siquiera, que con ello están violando la intimidad de alguien. El caso de una persona desconocida no es distinto, tenga o no vida pública, mayor o menor interés. Es una persona que también tiene nombre y apellido y que no consintió que otras vieran o distribuyeran esas imágenes. Entonces…¿por qué nos cuesta tanto hacer esta reflexión? Tampoco es válido el argumento de que haya o no mostrado públicamente su cuerpo desnudo. Esa no es la cuestión. El tema es que son imágenes robadas y pertenecen a su vida personal e íntima.

Es viral porque mucha gente anónima ha participado o no se ha opuesto

La cuestión grave es que esta práctica se viene asumiendo como normal. Al margen de aspectos legales, desde el punto de vista ético es deplorable. Todas y cada una de las personas que las ven contribuyen a su victimización. Aunque la protagonista no sea consciente, aunque haya salido desnuda en películas, aunque se haga desde el anonimato, aunque sean miles quienes también lo hacen… Cada cual es culpable y responsable de ese sufrimiento. No habría fenómenos virales sin réplica masiva. Estas violaciones grupales no se darían si además de no participar, se tomara una posición activa contraria a la difusión.

Por ello, desde PantallasAmigas, en colaboración con otros importantes agentes como la Policía Local de las Palmas de Gran Canaria y la UNODC abogamos por una reflexión profunda y necesaria desde el respeto y la empatía que estos delicados casos precisan.