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El Gobierno reconoce en una respuesta parlamentaria que los delitos de ‘grooming’ han pasado de 92 en 2013 a 394 en 2017.

Sólo una foto del niño o adolescente en una situación comprometida ya sirve al acosador para poner a funcionar una dinámica de amenazas con la que seguir obteniendo información.

El diputado socialista Miguel Ángel Heredia manifiesta su intención de presentar “una batería de iniciativas parlamentarias” para conocer cómo valora el Gobierno “el crecimiento desorbitado de este tipo de delitos”

Es una práctica con nombre propio, ‘grooming’, acosadores sexuales que utilizan internet para captar y coaccionar a menores, que se ha multiplicado sustancialmente en los últimos cuatro años en España. Así se reconoce en una reciente respuesta parlamentaria del Gobierno al diputado socialista Míguel Ángel Heredia: los datos aportados por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado muestran que los delitos registrados por contacto mediante tecnología con menores de 16 años y con fines sexuales han aumentado de 92 en el año 2013 a 394 en el 2017. Son 300 los casos que han surgido de forma progresiva en ese periodo de tiempo. En 2014 se contabilizaron 116; 239 en 2015 y 365 (uno al día) en 2016.

En Internet hay depredadores sexuales que buscan niños con los que comunicarse para abusar de ellos. Utilizando perfiles e identidades falsos, primero granjean una amistad con la víctima y cuando ya han ganado suficiente confianza la coaccionan para obtener fotos y vídeos de carácter sexual, para que se dejen ver desnudos a través de la webcam o, en el peor de los casos, organizar un encuentro donde establecer contacto físico.

Sólo una foto del niño o adolescente en una situación comprometida ya sirve al acosador para poner a funcionar una dinámica de amenazas con la que seguir obteniendo información. La difusión de esos contenidos es la estrategia intimidatoria más utilizada por los agresores sexuales que viven en la red. El director y fundador de ‘PantallasAmigas’, una entidad surgida hace doce años para promover el uso responsable de las tecnologías, Jorge Flores, explica a eldiario.es cómo actúan estos pederastas y por qué las víctimas acceden a sus exigencias.

“Se suelen hacer pasar por alguien de edad parecida a la del menor para conseguir esa primera imagen inconfesable con la que doblegar su voluntad. Después se deshacen de la máscara y pasan al más duro chantaje. Usan la estrategia de la ‘sextorsión’, que consiste en amenazar con publicar ese archivo si no cumple lo que se le pide. Poco a poco, la víctima va proporcionando al depredador, bajo coacción, más imágenes y cada vez más explícitas. Esto dificulta que la adolescente o incluso niña, porque suelen ser ellas las víctimas, pida ayuda o confiese lo que hizo. En los casos más graves, si hay proximidad física, intentan tener un encuentro”, cuenta Jorge Flores.

En el Congreso se están dando los primeros pasos para ejecutar medidas que evalúen y atajen la magnitud de la incidencia del ‘grooming’ en nuestro país. El diputado socialista Miguel Ángel Heredia manifiesta su intención de presentar “una batería de iniciativas parlamentarias” para conocer cómo valora el Gobierno “el crecimiento desorbitado de este tipo de delitos” y saber si “contempla a corto plazo adoptar algún tipo de medidas al respecto”. Pero los agresores sexuales siguen actuando mientras se materializan estas propuestas. ¿Podemos evitarlo en casa, al menos prevenirlo?

El Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación, recoge en la “Guía S.O.S contra el Grooming” una serie de conductas que pueden darse en el menor y darnos pistas de que está siendo acosado. Puede manifestarse en los hábitos: “Altibajos en los tiempos de estudio y en el rendimiento escolar, variaciones en las actividades de ocio habituales, modificación de los hábitos alimenticios o disminución de la capacidad de concentración”; en su comportamiento, cambios de humor, momentos de apatía, indiferencia, tensión, reacciones agresivas espontáneas..; y en sus relaciones sociales: cambios extraños en el grupo de personas con las que se relaciona, ausencia de amistades, exagerada reacción ante supuestas bromas públicas, miedo u oposición a salir de casa…”

“Hay que pensar que las víctimas se ven asaltadas por una situación traumática e inesperada que afrontar desde su inmadurez, mientras que ellos son cazadores con mucha experiencia y que saben cómo gestionar su conducta y manejar los tiempos”, apunta Jorge Flores. Cree que es necesario evaluar los elementos comunes que están detrás de la mayoría de los casos y “actuar para frenarlos”. La fórmula pasa por invertir en “formación tanto de madres y padres como de profesores y menores, incrementar las herramientas de supervisión digital de los hijos y reconsiderar las edades a las que se les proporciona el móvil”.

Lo primero que hay que hacer si se tiene la sospecha de que un menor puede estar siendo acosado es “impedir que se siga realizando el daño. Acentuar la supervisión y hablar con él de inmediato. Si no obtenemos información o la ocultan por miedo, debemos pasar de la supervisión al espionaje. En este caso el deber de protección gana a su derecho a la privacidad. Cuando tengamos pruebas formulamos una denuncia para que el depredador sea detenido. Probablemente -concluye Flores- esté abusando de más víctimas al mismo tiempo”.