(Artículo publicado en la sección de Salud-Neurociencia de ElMundo.es)

Puede que ni los chicos ni las chicas, ni sus padres, ni las autoridades sean aún lo suficientemente conscientes de la necesidad de frenar lo que hoy se conoce como ‘sexting’. Bajo este nombre se define el envío de fotos o vídeos eróticos vía email o por sms entre personas, no necesariamente tienen que ser pareja.

Kimberly J. Mitchell, del Centro de Investigación de Crímenes cometidos contra menores de la Universidad de New Hampshire, en Druham (EEUU), y autor del primer estudio nacional llevado a cabo en EEUU sobre la prevalencia y las características del mismo, así lo cree y lo defiende en el último número de ‘Pediatrics’.

«Educadores, autoridades públicas sanitarias y legisladores se enfrentan a un aumento del número de jóvenes que se autorretratan durante sus relaciones sexuales y otra minoría que captura estas imágenes y las distribuye a través del móvil o por Internet».

El motivo de tanta preocupación reside en que estos jóvenes se exponen abiertamente a que el contenido sexual acabe en manos de gente desconocida. Rompen así su privacidad y se vuelven vulnerables: sus posibilidades de sufrir, por tanto, ciberacoso, ‘grooming’ (acoso por parte de adultos) o extorsión (si se produce chantaje) aumentan considerablemente.

Jorge Flores, director de PantallasAmigas.net, una iniciativa que tiene como misión la promoción del uso seguro y saludable de las nuevas tecnologías y el fomento de la ciudadanía digital responsable en la infancia y la adolescencia, también considera que se debe estar alerta. «Desgraciadamente, está aumentando el ‘sexting’, y no sólo esto. Nos están llegando cada vez más casos de chicos adolescentes que se graban durante sus encuentros sexuales».

La consecuencia directa de estos actos la explica sin tapujos: «Se está poniendo al descubierto una nueva forma de violencia sexual hacia las mujeres, la digital. Se trata de adolescentes a cuyas ex parejas, bien las grabaron cuando tenían una relación o bien esas imágenes fueron robadas por un desconocido, pero el hecho es que luego se utilizan contra ellas», aclara Jorge Flores.

La nueva investigación es «la primera en evaluar al detalle la variedad de comportamientos de ‘sexting’ en población joven, incluyendo el contenido de las imágenes a crear, recibir o distribuir. Con ella pretendemos dar a los padres, a los responsables políticos y a los profesionales una evaluación más precisa del alcance de esta práctica», agregan los investigadores.

Un total de 1.560 chicos de 10 a 17 años

Para ello realizaron, entre agosto de 2010 y enero de 2011, entrevistas telefónicas o en sus casas a 1.560 adolescentes de entre 10 y 17 años que eran usuarios de Internet. Además de preguntarles por sus estudios, si vivían o no con sus padres o si estos estaban separados, divorciados o viudos, entre otras cuestiones, los científicos realizaron cinco preguntas concretas sobre ‘sexting’.

«¿Te han enviado fotos o vídeos de menores de 18 años desnudos o semidesnudos que alguien tomó? ¿Has reenviado a colgado alguna imagen de un menor? ¿Te has realizado fotos desnudo? ¿Alguien te ha fotografiado? y ¿Alguna vez has tomado fotos de menores desnudos?», formaron parte del cuestionario.

Los datos revelan que cerca de un 10% reconoció aparecer desnudo o semidesnudo en alguna imagen, haber contribuido a su creación o haber recibido este tipo de instantáneas en el último año.

En cuanto a los adolescentes involucrados en ‘sexting’, 39 jóvenes (un 2,5%) reconocieron que ‘protagonizaban’ las imágenes o las habían creado, mientras que hasta un 7,1% las había recibido, aunque ellos no estaban retratados.

«De estos 39 adolescentes que se tomaron sus propias fotografías o se dejaron retratar, el 61% eran chicas, la mayoría de entre 16 y 17 años, aunque un 6% sólo tenía entre 10 y 12», detalla la investigación.

Testimonios

Entre sus argumentos para hacerlo destacan las que explican que estaban saliendo «con un chico y quería una foto mía y se la envíe«. «Yo no tenía novio en ese momento y sentía curiosidad por lo que pensarían otras personas al ver mi cuerpo… así que tome algunas fotos». «Me estaba vistiendo en casa de mi novio y esa muchacha estaba allí y me tomó una foto. Luego se la envío a alguien que la puso alrededor de la escuela. La chica se fue del colegio un mes después»… reconocen las jóvenes.

Características de las imágenes

Uno de los objetivos fue determinar qué entendían por posar desnudos o semidesnudos. Así, «les preguntamos si mostraban los pechos, los genitales o algún miembro inferior. Sólo el 54% de los 39 jóvenes que aparecieron en las imágenes o las crearon informó de que las fotos reunían estos criterios, al igual que el 84% de los 110 que habían recibido imágenes».

Uno de los datos llamativos del ensayo es el que hace referencia al contexto en el que los chicos y chicas deciden posar desnudos. «La mayoría reconoce que lo hizo como parte de su relación amorosa, otros por hacer bromas, chistes o tratando de empezar una relación», reza la investigación que señala que uno de los agravantes para llevar a cabo está práctica fue, en el 31%, de los casos el uso de alcohol y otras drogas.

Pese a lo alarmante de las cifras, los autores del estudio concretan que estas prácticas no están llevando aparejadas otras de riesgo como son los embarazos no deseados. Es decir, que no parecen un «indicativo de sexualización precoz«. Un hecho en el que el director de PantallasAmigas.net no se muestra de acuerdo: «Aunque no existan indicadores de que estos comportamientos lleven a otros de riesgo, creo que estamos hablando de una forma diferente de sexualización precoz. Los chicos hacen ahora otras cosas que traen consigo otras consecuencias».

Para este especialista, lo alarmante, teniendo en cuenta que el estudio se llevó a cabo «entre 2010 y 2011, es que, probablemente, las cifras ya hayan aumentado. De hecho, el estudio incluye también a chicos de 10 y 12 años, entre los que el ‘sexting’ no es tan probable, lo que puede hacer disminuir la prevalencia. La edad de riesgo es a partir de los 15 años y, sobre todo, afecta al sexo femenino. A este hecho se debe sumar que hoy en día cada vez más adolescentes que cuentan con teléfonos conectados a Internet, lo que aumenta el riesgo».

Por todo ello, sigue defendiendo la necesidad de «informar a los menores de los riesgos que corren para así ayudarles a protegerse. También es fundamental tener buena comunicación con ellos y enseñarles que deben comunicarles cualquier forma de ciberacoso que sufran».