Kirsten era una solitaria adolescente estadounidense que se vio afectada por el lado más oscuro de la fama en Internet. Su aventura en Internet comenzó en 2006, con tan sólo 13 años, cuando comenzó a buscar en Internet una manera de huir del bullying racista que sufría en su colegio, donde era una recién llegada. Los padres de Kiki, buscando alejarla del colegio donde no cesaba el bullying, decidieron que continuase su educación en casa (algo legal en los EEUU) potenciando su creatividad en el terreno de la moda y el diseño, con la intención de que continuase sus estudios por esa rama en la Universidad. Esto acabó convirtiendo Internet en su principal lugar para hacer amigos. Con 14 y con permiso de sus padres, creó un alterego en MySpace bajo el nombre de Kiki Kannibal, donde publicaba fotos de sí misma luciendo toda una serie de peinados y vestimentas, con toques góticos, punks y con un componente erótico importante en sus poses, expresiones y ropa. En 3 meses sus amigos virtuales llegaban a los 25.000. Ella no los veía como gente real, sino como su puntuación en una especie de videojuego, y continuó alimentando esa imagen online.

El acoso y derribo de la scene queen

Se convirtió en lo que se denomina en inglés una scene queen, una reina del estilo scene kid, mezcla de elementos de la madurez e infantiles, y era una foco de atención en MySpace: llegó a tener hasta 2 millones de espectadores en sus shows trasmitidos por video-streaming. Al poco tiempo surgieron más de 500 perfiles en Facebook que la suplantaban, haciéndola con frecuencia objeto de burla, odio, amenaza y ridiculización. Su perfil de MySpace aparecía cada día lleno de insultos. Los ciberataques y el ciberbullying contra la joven cibercelebridad fueron in crescendo: otras usuarias de MySpace publicaron su nombre real y su teléfono, hasta llegar a recibir amenazas de muerte y comentarios sexuales agresivos, aunque también contaba con legiones de seguidores y admiradores. Sus padres pese a ser conscientes de estos ataques y vivirlos muy de cerca (la casa familiar aparecía con pintadas insultantes y era atacada por vándalos con huevos y pintura), no acabaron de tomar medidas para alejarla de la Red. Se quejaron a MySpace y los perfiles de los ciberabusones fueron borrados. No sirvió de mucho: los chavales creaban otros nuevos inmediatamente. Los blogs anti-Kiki, las amenazas por email o por teléfono continuaron. La policía decía que no podía hacer nada, porque los chicos que la amenazaban eran anónimos. Kiki no quería dejar de usar Internet, porque de lo contrario, «los ciberabusones habrían ganado».

Aparece el grooming con su habitual piel de cordero

Las amenazas y los peligros llegaron aún más dentro de sus vidas offline. Un novio de 18 años que la había conocido por Internet (y que era otra modesta celebridad en la red social MySpace) y que contaba incluso con el beneplácito de sus padres resultó tener un oscuro pasado de groomer de menores: ligaba con niñas online, algunas tan jóvenes como de 12 años, para luego presionarlas para tener sexo cuando las conocía fuera de Internet. Los padres descubrieron que había forzado a Kiki a tener relaciones sexuales y llevaron el caso a la policía. El joven murió tras caer de un segundo piso cuando estaba siendo detenido al ser descubierto rodeado de niñas menores y en posesión de drogas. Algunas personas, conocedoras del hecho, acusaron online a Kiki de la muerte del joven.

La explotación carroñera de la estrella caída

La caída a los infiernos de Kiki continuó cuando comenzó a ser explotada en sesiones colectivas de ataque contra ella en el web de cotilleo y exhibicionismo Stickydrama. El propietario del web reconoció en su cuenta en Twitter que «si no puedo tenerla, la voy a destruir».

La familia al completo, incapaz de retomar el control de la situación, tuvo que cambiar de domicilio para escapar de las amenazas: el padre tuvo que aceptar un empleo con menor sueldo y perdieron su casa en Florida. Tras cuatro años de pesadilla on y offline, Kiki (que ha cumplido 18 años) y su hermana (3 años menor) diseñan ahora joyas que venden en su propia tienda online.

«Nunca me imaginé que me iba a topar con esta clase de gente, pero en Internet estás expuesta a que gente que es capaz de hacer cualquier cosa», declaró Kiki en una reciente entrevista a la revista Rolling Stone.

Fuente: estadao.com.br, Miami New Times y Rolling Stone.