Silvia Álava Sordo, Doctora en Psicología Clínica y de la Salud, protagonizó el episodio «Cómo conseguir una relación sana con la tecnología». Forma parte de las 25 mujeres expertas destacadas en sus diferentes ámbitos de especialización.

Cómo conseguir una relación sana con la tecnología, con Silvia Álava

Cómo conseguir una relación sana con la tecnología, con Silvia Álava

Silvia Álava Sordo, es Doctora en psicología por la Universidad Autónoma de Madrid, España, conferenciante y escritora de varios libros, Silvia Álava Sordo tiene Postgrado en Marketing y Comunicación.

Con más de 21 años de experiencia, es psicóloga sanitaria, experta en psicología educativa y especialista en Psicoterapia. Es profesora universitaria, divulgadora científica y, además, colaboradora en medios de comunicación. Silvia es directora del Centro de Psicología Álava Reyes.

Autora de varios libros como ¿Por qué no soy feliz?, «Queremos Hijos felices», «Queremos que crezcan felices», «Dani quiere ser mayor» o «El arte de educar jugando». Además, es coautora de la enciclopedia «La Psicología que nos ayuda a vivir dirigida» por María Jesús Álava Reyes y del libro «Cuentos para comer sin cuentos» ambos editados por La Esfera de los Libros.

Obtuvo el Premio de comunicación del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y es Miembro y asesora de varias sociedades científicas. Tiene más de 90 comunicaciones en congresos nacionales e internacionales y varios artículos de investigación publicados. Ha realizado su tesis doctoral sobre el TDAH dentro del programa de Psicología Clínica y de la Salud de la Universidad Autónoma de Madrid, en Madrid, España. Ha conseguido el Diploma de Estudios Avanzados en Psicología Clínica y de la Salud de dicha universidad.

Es Miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, de la Sección de Psicología Clínica del Colegio de Psicólogos, de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés. Silvia es Miembro Terapeuta de la Asociación Española de Psicología Cognitivo Conductual (AEPC).

El podcast de PantallasAmigas es un programa sobre educación, ciudadanía y bienestar digital conducido por Begoña Beristain.

Transcripción del episodio

Begoña: ¿Hola, ¿qué tal? Bienvenidos, bienvenidas a una nueva edición de educación, ciudadanía y bienestar digital, el podcast de PantallasAmigas.

Hoy vamos a hablar con Silvia Álava, ella es doctora y licenciada en psicología por la Universidad Autónoma de Madrid, es especialista en psicología general sanitaria y en psicología educativa. Entre sus muchas publicaciones destacamos la de 2 libros, “queremos hijos felices, lo que nunca nos enseñaron, de cero a 6 años” y “queremos que crezcan felices de la infancia a la adolescencia”. Si queremos que nuestros hijos tengan una relación sana con las nuevas tecnologías, los primeros que debemos tenerla somos nosotros, dado que los niños y adolescentes aprenden por modelado, es decir, imitan nuestros comportamientos. No podemos utilizarlas como si fueran un chupete emocional, se trata de enseñar a nuestros hijos e hijas a utilizar correctamente las nuevas tecnologías para que puedan beneficiarse de las mismas.

Esta es la premisa de la que parte Silvia Álava y nos va a servir. De punto de partida para establecer algunas pautas para conseguir esa sana relación con la tecnología. Silvia Álava ¿qué tal? bienvenida a educación, ciudadanía y bienestar digital.

Silvia: Hola, ¿qué tal? Muchas gracias por invitarme a estar con todos vosotros y vosotras.

Begoña: oye Silvia, en educación decimos que no funciona, eso de lo tienes que hacer porque es así y porque yo te digo que es lo correcto. Como decíamos, los niños y las niñas funcionan por imitación.

Silvia: así es. Los niños una de sus principales fuentes de aprendizaje es el modelado, es decir, copian, y ¿a quién copian? principalmente a sus adultos de referencia, que ¿quiénes son? su papá, su mamá, los adultos que tienen más cercanos, por eso en educación no funciona esta incongruencia de no, no es que tú tienes que hacer lo que yo te digo, no lo que me veas hacer a mí entonces es muy difícil, sobre todo en el tema de las pantallas que les digamos, no es que tú no tienes que utilizar el móvil o es que en la comida tú no traes el móvil, pero en cambio yo sí. Yo, como soy adulta y como yo soy mayor, yo sí que puedo estar mirando el móvil en la comida, no, esto no funciona.

Los primeros que tenemos que tener una relación sana y coherente con las nuevas tecnologías somos nosotros, porque nuestros hijos e hijas nos van a copiar y sobre todo, porque además, si no, no les podemos educar en esa coherencia, ni en esa relación sana para que las pantallas realmente aporten.

Begoña: fíjate, Silvia, que muchas veces incluso decimos orgullosos. ¡Fíjate!, Fíjate cómo maneja la tablets y tiene meses, tiene 6 meses y ya sabe cómo hay que ir pasando y cómo se maneja todo esto. ¿Dónde lo habrá aprendido? Pues lo habrá aprendido viéndonos ¿no?

Silvia: claro que lo aprendido viéndonos, pero ahí lo que tendremos que pararnos y de pensar ¿realmente tengo que estar orgulloso de que maneje la tablet con meses?, pero si los profesionales, por ejemplo, la Asociación Americana de Pediatría dice: “antes de los dos años cero pantallas”. ¿Por qué? bueno, porque sabemos que cuando los niños son muy chiquititos, los bebés, para su correcto desarrollo es que no necesitan las pantallas y no solamente es que no las necesiten, sino que pueden tener una interferencia en su correcto desarrollo. El cerebro tiene que madurar, tiene que hacerse un montón de conexiones sinápticas, muchísimas por minutos y las que se van a ir permaneciendo son las que más se repitan. ¿Y eso qué significa? Que lo que tienes que explorar el mundo y ¿cómo explora un bebé el mundo? Coge las cosas, las chupa, se las lleva a la boca, tiene que manipular, tiene que tocar… No tiene que estar con una pantalla, luego antes de los dos años, cero pantallas. La única excepción que podríamos hacerles en un determinado momento, una videollamada, “ahora mira que miras a los abuelitos”, ¿no? que veas al tío que veas a la tía… ya está de forma muy, muy puntual, sino no tendría por qué tenerlas. Vamos a dejar de estar orgullosos, porque “fíjate ahí que listo es”, no si, esto es muy intuitivo y seguramente el que esté utilizando las pantallas tan pequeñito, mucho cuidado no interfiera que luego vayamos con un retraso en el lenguaje, con un retraso a nivel de psicomotricidad, con retrasos en otras áreas… porque no estamos estimulando las áreas del cerebro que ahora sí que son necesarias trabajar y estimular.

Begoña: hay algo que tampoco permitimos a nuestros hijos e hijas y es aburrirse. Les ocupamos absolutamente el tiempo se lo organizamos incluso nosotros y además no les ayudamos así a enfrentarse a ellos mismos. ¿La solución? Cuando los vemos un poco aburridos es encender el móvil, consultar las redes sociales, dejárselo… anda por ahí, ponte un juego… ¡no les dejamos que se aburran nunca!

Silvia: y eso tiene unos efectos tremendos. Aparte, cuando un niño y una niña se aburre, es ¡papá, mamá, me aburro! y eso es ¡Dios mío, que se está aburriendo! ¡Alarmas encendidas no podemos permitir que se aburra! como si se pudiera realmente uno morir de aburrimiento. Es que todavía no hay documentada ninguna muerte por aburrimiento. No pasa nada por aburrirse, es más, es bueno que nos podamos aburrir, que aprendamos a tolerar esa frustración que puede tener el aburrimiento. Fíjate, que cuando luego se hacen encuestas a los adolescentes, más de la mitad te dicen que es que utilizan el móvil para evadirse del aburrimiento, para evadirse un poco de la situación, un poco de su día a día. ¿Al final, qué es lo que estamos haciendo? Les estamos enseñando a utilizar ese teléfono como un chupete emocional, que antes decía. Estoy sintiendo una emoción desagradable, que es aburrimiento no sé qué hacer, ¿qué es lo que hago? que me entretenga una pantalla y no aprendo a entretenerme por mí mismo y no aprendo tampoco una cosa que es fundamental que es hacer una labor de introspección. Nos da muchísimo, muchísimo miedo quedarnos solos porque cuando nos quedamos solos aquí ya hay que atender a las emociones. Hay que atender a mis preocupaciones, a todo lo que llevo dentro y prefiero taparlo con el móvil. Entonces tenemos un problema si no sabemos estar solos y estar a gusto con nosotros mismos, porque somos la única persona que tenemos garantizada, que nos va a acompañar el resto de nuestros días.

Begoña: y además fíjate que lo que hacemos, Silvia, es hacerles ver que la vida está dentro de las pantallas, no en mirar un poco su entorno, la vida real y al final acaban creyendo que todo lo que se sube a las redes sociales es la vida real y que fuera no hay otras cosas cuando la diferencia entre lo qué colgamos en redes y la vida real es enorme,

Silvia: claro que sí, o sea, al final podemos pensar que no es que el mundo de hoy en día es digital. el mundo de hoy en día es más digital que nunca y tiene muchísimas cosas buenísimas.

En ningún momento tenemos que dar un discurso, no es que las pantallas son malísimas… es que tal no, no, si el problema es cuando no las usamos correctamente y cuando no nos podemos olvidar que por mucho mundo digital que tengamos nuestras necesidades, tanto las fisiológicas como las emocionales, las vamos a resolver en el mundo offline, en el mundo analógico, en el mundo real, y que por tanto tengo que aprender a estar bien y estar a gusto conmigo misma en ese mundo real. Tengo que aprender a relacionarme y hacer amigos en el mundo real, tengo que aprender a divertirme en el mundo real, ¿por qué? Porque no solo está reñido con luego tener una vida también digital y un ocio digital, pero tengo que aprender a hacerlo en el real y además tengo que aprender que es que cuidado, como tú bien decías las cosas que vemos proyectadas en las redes sociales, no es la vida real de los demás, es un escaparate, venden su mejor producto y a veces ni tan siquiera desde la realidad, porque son fotos que están manipuladas, que están trucadas, llevan filtros, tiene unas determinadas cosas que ni tan siquiera es la vida real.

¿Qué es lo que pasa?, que los adultos más o menos lo podemos tener claro, bueno, porque ya sabemos, tenemos una mayor experiencia vital, pero los niños y adolescentes no tanto y hay que explicárselo y hay que formulárselo y sobre todo nosotros como adultos tenemos que propiciar les otro tipo de ocio que no sea solamente el online, que no sea solamente videojuegos que no solamente sean los teléfonos, las pantallas y otro tipo de opciones. Incluso los chavales, los adolescentes, son capaces de ir al campo y pasárselo fenomenal en familia o ir a un museo y disfrutar del arte, ¡pero no sale de ellos! Tienen que ser los adultos quienes los lleven, les arrastran a veces un poquito porque bueno, voy un poco a regañadientes, pero luego ¡se lo pasan fenomenal!

Begoña: y, además, esto que todo esto que decíamos de las redes sociales les lleva a estar permanentemente comparándose y vivir de esa manera es estresante y puede incluso llegar a ser muy frustrante. Si tú siempre te estás comparando con alguien que aparentemente tiene una vida maravillosa. Eso en la salud mental, especialmente de los y las adolescentes, creo que está teniendo unas consecuencias importantes. ¿No?

Silvia: claro. Sabemos que la comparación social es comprar todos los billetes para que te toque ser infeliz en la vida. Antes. ¿Qué es lo que pasa? que para compararte con tu vecino tendrías que andar mirando por la ventana y espiando un poco su vida, y ahora tenemos el escaparate de las redes sociales donde nos lo ponen en bandeja. ¿Y cuál es el problema? cuando continuamente nos estamos comparando con los demás, como viendo que es que nosotros somos menos. Entonces es importante el dejar de compararse. Es importante. Claro que para esto hay que tener muy claro nuestro autoconcepto y tener muy claro quiénes somos, de dónde venimos, cuáles son nuestros puntos fuertes, cuáles son nuestros puntos débiles, trabajar la seguridad y la autoestima de los chicos y de las chicas. ¿Para qué? para evitar estas comparaciones y que les hagan tanto daño, pero que los primeros, que también a veces nos tenemos que dejar de comparar, somos los adultos, que también lo hacemos porque nos han enseñado. Si es que de pequeñitos parece… “no es que tu hermano fíjate lo que hace, no, pues que en tu clase han sacado muy buenas notas y tú no, o es que… Pues vamos a dejar de enseñar ese modelo de comparación que no nos lleva a ningún sitio y vamos a empezar a mirar a nosotros hacia adentro y ser conscientes.

¿Yo hago las cosas lo mejor posible?, ¿yo hago las cosas desde la consciencia?, ¿yo hago las cosas esforzándome?, ¡sí!, pues eso, con eso me vale, no tengo que ser mejor que nadie, no estamos en ningún tipo de concurso, no voy a competir.

Begoña: centrándonos Silvia en el asunto de la salud mental, especialmente durante la pandemia, hemos pasado a vivir permanentemente dentro de las redes, de Internet, de los canales de YouTube. ¿En tu consulta, Silvia, estás notando que a los y las adolescentes, incluso a los niños y niñas, les ha afectado especialmente este mayor consumo de Internet y redes sociales?

Silvia: durante la pandemia, como estuvimos confinados tres meses metidos en casa y es verdad que las posibilidades de ocio se redujeron muchísimo porque no podíamos salir a la calle. ¿Qué ocurrió? Bueno, pues que fuimos mucho más laxos con el uso de las nuevas tecnologías y se ampliaron mucho los horarios.

El problema es que se acabó el confinamiento, se acabaron las restricciones, se puede hacer otro tipo de ocio que no es online, sin embargo, no volvimos, por así decirlo, a restablecer esos límites y esas normas de uso de las nuevas tecnologías y a volver a poner limitación y estamos teniendo chicos y chicas, incluso niños pequeños que están abusando y que están pasando la mayor parte de su tiempo libre utilizando las nuevas tecnologías. Con lo que esto implica a nivel de salud mental, porque ya sabemos que qué es lo que ocurre. Bueno, pues que luego están incrementando muchísimo trastorno de ansiedad, de depresión debajo hay de ánimo, trastornos de la conducta alimentaria…

No podemos decir que las nuevas tecnologías sean la causa, ni muchísimo menos, porque aquí no hay ningún estudio que diga que es causa – efecto, pero sí que sabemos que el abuso de las pantallas, se relaciona con unos niveles mayores de ansiedad, de depresión con chavales que son mucho más vulnerables al contenido que pueden estar visionando y que en un determinado momento, también les pueden afectar a nivel de salud mental. Entonces el problema muchas veces también viene de lo que se llama un desplazamiento digital, es decir, que están dejando de hacer otras cosas que antes sí que hacían y que eran muy buenas para preservar la salud mental. Cómo era, por ejemplo, el deporte, o leer o estar en el parque con los amigos, o está jugando a hacer otro tipo de cosas y se está quedando solamente el ocio digital y entonces hay áreas de la vida que no están cubiertas y luego esto tiene una factura importante.

Begoña: al hilo de lo que estás diciendo, a mí me sorprendió muchísimo cuando en el confinamiento, ese momento en el que ya dejaban salir a la calle por unas horas a los niños y a las niñas y no querían salir, muchos decían no, no, si yo es que ya lo tengo todo en mi móvil y en mi ordenador no me hace falta salir a la calle.

Silvia: hay, tenemos que pensar y decidir, eso es lo que queremos evitar, ese desplazamiento digital que el ocio digital desplace a otras cosas que son absolutamente necesarias en la vida, como es practicar deporte, como es estar con amigos. Date cuenta que, además, cuando estamos jugando con niños, con niñas o los adolescentes están entre sí, estamos desarrollando una serie de habilidades socioemocionales. Tenemos que desarrollar esas habilidades que a lo mejor no son tan necesarias cuando estamos teniendo no un ocio de tipo digital.

Luego somos adultos y en las empresas… ¡venga, que entregan un coach! que tengo que entrenar habilidades sociales, que tengo que tratar la inteligencia emocional… pero si es que esto hay que hacerlo de forma innata, cuando somos pequeños, pero para eso es fundamental el que esté en los niños juntos, por ejemplo, que estén jugando, que estén en el parque, que estén en un sitio todos los niños en el recreo, que estén jugando, sin que un adulto esté delante, que sea quien le sigue el juegos, que tengan que ser capaces ellos, por ejemplo, para adquirir habilidades básicas como son la negociación, de ¿a qué jugamos hoy?, aprender a ceder como hoy hemos jugado a lo que yo decía, pues venga, mañana te toca jugar a lo que tú estás diciendo. Todo ese tipo de habilidades que son básicas. Claro, si no dejamos espacio para que se desarrollen, pues luego vamos a tener dificultades según vamos creciendo.

Begoña: Silvia, ¿cómo es una relación sana con las tecnologías?

Silvia: una relación sana con las tecnologías pasa por ser una relación consciente en la que la persona en la que yo utilizo las nuevas tecnologías, no son las nuevas tecnologías las que utilizan a mí y esto yo creo que nos pasa a todos, ¿cuántas veces cogemos el teléfono y ese famoso algoritmo te va enseñando cosas una detrás de otra y cuando te quieres dar cuenta dices, pero si llevo aquí 15 minutos? yo lo que iba a hacer era contestar un mensaje y me he llevado 15 minutos viendo cosas que al principio yo no tenía por qué ver, no lo había elegido.

Se trata de hacerlo siempre desde la consciencia, desde lo que yo estoy eligiendo sin que interfieran en mi vida cotidiana. Eso que significa, que si estoy en época de estudiar no tienen que interferir en los estudios. Tengo que seguir sacando las mismas notas, no tienen que interferir en mi trabajo, no tienen que interferir en la relación con mis iguales, con mis amigos, tengo que seguir siendo capaz de quedar con ellos, no decir no… no es que yo, como determinados niños que dicen no, yo no voy al cine, que es que, si no pierdo horas de juegos de la Play, o no voy a quedar con los amigos porque quiero estar en casa jugando a la Play. No, ahí no estaríamos teniendo una relación sana porque está interfiriendo en nuestra vida cotidiana. Y por qué es la tecnología la que me atrapa y la que utiliza a mí, no soy yo quien está utilizando la tecnología.

Begoña: claro, fíjate, a veces tendemos a decir, bueno es que como han nacido ya con la tecnología implantada, es una parte de su vida, con lo cual es que tienen que tener un acceso ilimitado e indiscriminado. No, aquí el asunto de los límites me parece que es importante. ¿No?

Silvia: es que yo creo que se terminó de nativos digitales ha hecho muchísimo daño. Nativos digitales… ya saben nativos… ¡No! perdona vamos a ver, que haya tenido desde la cuna que convivir con los dispositivos electrónicos, eso no significa que sepan utilizarlos correctamente.

Lo que sí que saben es pasar el dedito porque eso es muy, muy intuitivo. Pero no el correcto uso de la nueva tecnología y hay que poner normas de uso, límites de uso y eso le corresponde hacerlo a los padres. Pero es muy importante que se haga también un poco fomentando esa conciencia y por qué no funciona el venga, te voy a dar un listado de estas son las normas, porque sí, porque yo soy tu padre y porque yo lo digo, pues este tipo de educación ya sabemos que no funciona. Va a funcionar mucho mejor si te explico el porqué de las cosas y te explico que tenemos que utilizar el teléfono durante un tiempo razonable y durante un tiempo limitado, porque en la vida hay que hacer otro tipo de cosas y te voy a ir explicando las otras cosas que son necesarias hacer. O te explico que es que el móvil no se lleva a la habitación por la noche, pero ni tú ni nosotros… que ya hemos empezado hablando lo primero de todo, de modelado, y que nos copian y, ¿por qué?, porque interfiere luego en la calidad del sueño, por un lado, porque emite una luz azul que impide que se segregue la melatonina, que es necesario para conciliar el sueño, porque además nos quedamos enganchados de nuevo, y atrapados y estamos robando horas al sueño. O te explico que es que en la familia hay cosas que son importantes hacer, que la familia es importante hablar, comunicarnos, expresar las cosas que nos han ocurrido el día a día y que, por eso en determinados momentos, como por ejemplo la comida o en la cena, lo que hacemos es que hacemos es que dejamos los móviles fuera, dejamos las pantallas fuera ¿para qué? para poder hablar, para poder conversar, o que cuando te estamos diciendo que no hay que poner el móvil mientras estás estudiando, estudiar con pantallas es porque está muy demostrado que es completamente imposible concentrarse de esa forma. Si ya es difícil mantener la atención y la concentración en el estudio, hay que tener una fuerza de voluntad, ya de hierro, para que según están entrando notificaciones en el móvil de “Click”, no de mis amigos, que están haciendo no sé qué, de no sé quién que me habla, de esta aplicación que me dice, que en el juego que tal que están ahora, que si lo haces y te pasa la pantalla y te van a dar no sé cuántos bonus de tal… ¡Es súper complicado!

Entonces se trata de irles explicando el por qué en todo momento de las normas de uso, ¿para qué? para que puedan ser ciudadanos digitales con competencias digitales para que ellos utilicen las nuevas tecnologías y lo que decíamos antes, que no sean las nuevas tecnologías los que les están utilizando a ellos los que les están ahí un poco atrapando. Bueno, para que consuman más y se queden más tiempo enganchados.

Begoña: ¿y qué herramientas tenemos las familias para conseguir esta buena relación con la tecnología? Esa relación sana de la que venimos hablando. Además de este control que podemos ejercer de una herramienta fundamental, será el conocimiento por nuestra parte, profundamente de esas herramientas, de esas redes sociales. ¿Qué más, podemos hacer? Silvia.

Silvia: claro, es que tenemos que ser conscientes que al final estamos todos aprendiendo a la vez. Bueno, incluso con las nuevas tecnologías se produce lo que se llama un aprendizaje cruzado. ¿Cuántas veces son los hijos y las hijas los que nos enseñan a usar una determinada red social?, una determinada aplicación ¿por qué? bueno, porque ellos saben más que nosotros y nosotros, les enseñamos otras cosas.

Hay que estar abiertos a aprender y los primeros que tenemos que conocer cómo es el mundo digital de nuestros hijos, de nuestras hijas, somos nosotros, que es que a veces es cierto que se nos queda grande y sobre todo educar en la autorregulación, es decir, no se trata de que las cosas Las hagas porque yo te lo digo porque si no, yo soy la que te estoy regulando cómo tienes que utilizar las tecnologías sino ir fomentando que seas tu consciente de cómo las estás usando. Que te pares a pensar que en lugar de ir en automático ¡paras! vamos a hacer una conducción manual, decir desde la consciencia lo primero de todo, a ver antes de coger el móvil, piensa ¿qué es lo que estás sintiendo? Porque, ¿cuántas veces cogemos el móvil como ese anestesiado emocional? No me gusta lo que estoy sintiendo, si estoy sintiendo enfado, ira, tristeza, aburrimiento. Tengo un problema, una preocupación… no me quiero hacer cargo de ellos, lo que voy a hacer es ¡lo tapo con el teléfono! y así no consigo nada, porque va a volver con más fuerza, pero en ese momento me distraigo, me anestesio.

Entonces cuidado, porque si lo estas utilizando en este momento a lo mejor no es el momento de usar el móvil, a lo mejor es el momento de resolver aquello que te está pasando. Y ser consciente que, si estás en utilizando el dispositivo atrapado desde una emoción de enfado, de tristeza, de frustración, de que estás sintiendo tu algo desagradable, a lo mejor no es el momento de interaccionar con las personas. Porque puedes tener una cierta tendencia a decir, a escribir algo, a subir algo, que puede hacer daño puede hacer daño a la persona que estamos ahí con la que estamos hablando o la que a lo mejor no la conocemos porque una persona que seguimos y estamos dejando un comentario en una red social… Luego se trata de me paro, pienso, pienso si eso que voy a subir puede dañar a alguien.

Nos ocurre muchas veces cuando estamos en las redes sociales, que se produce una despersonalización, es decir, como la persona no está delante y no la veo la cara puedo decirle cosas que no me atrevería a decirlas si la estoy viendo, cara a cara. Y si encima no la conozco, es una persona que sigue una red social que tiene un montón de seguidores es bueno, sus emociones y sus sentimientos ¡no importan! Claro que sí, que importan, no interaccionamos con máquinas, interaccionamos con personas. Todo esto hay que irlo educando, hay que ir siendo consciente de la importancia de reflexionar, eso que está subiendo, esa fotografía, por ejemplo. ¿Dentro de unos años vas a estar orgulloso, orgullosa de que esa fotografía esté ahí? Te lo puedo borrar de tu cuenta, pero de la red social, de Internet, ¡no se borra!

Entonces se trata de eso, de enseñarles a pararse, de ser conscientes a auto regularse que no seamos nosotros simplemente los que les estamos regulando, sino simplemente enseñarles a hacer ese proceso y necesitan un acompañamiento del adulto.

Begoña: claro y no fiarlo todo al centro escolar, porque decimos, bueno, de eso ya les hablan en el colegio, ya les hablan en la escuela… No, la base, está en la familia, ¿no?

Silvia: así es. Es verdad que, desde los colegios, desde los institutos, se están haciendo muchas formaciones y además muy buenas sobre ciberseguridad, sobre la importancia de conciencia de uso de las redes sociales. Pero al final tenemos que pensar que la educación un poco en valores y la educación y un poco de ese clima emocional, lo tenemos que hacer también un poco desde la familia y que la familia, además, son los primeros que tienen que poner esas normas de uso de las nuevas tecnologías y suele corresponder a los padres a las madres, no le corresponde al colegio o al o al instituto.

Lo que sí que es cierto que será muchísimo mejor si lo hacemos todos en equipo y vamos en la misma dirección.

Begoña: ¿es diferente la convivencia que hacemos con la tecnología en periodos lectivos, por ejemplo, y en periodos vacacionales?, ¿podemos ser más laxos en periodos vacacionales? Mantenemos las mismas normas. ¿Cómo hacemos esto, Silvia?

Silvia: bueno, pues yo creo que lo primero de todo, hay que pararse muy bien y hay que analizar cada caso en profundidad. Evidentemente, pues en un periodo lectivo hay que hacer muchas más cosas porque tenemos el colegio, tenemos las actividades extraescolares, tenemos los deberes, tenemos los exámenes, hay menos tiempo de uso para las nuevas tecnologías.

¿En vacaciones? Pues evidentemente puede haber más uso, pero cuidado, porque tampoco podemos dejar que en las vacaciones sea todo el ocio como estamos diciendo digital, en vacaciones también tiene que haber tiempo para estar con los amigos, para hacer deporte, para relacionarse, para aprender, para fomentar la curiosidad y entonces eso pasa porque sean los padres las madres, quienes pongan ahí un horario de utilización o les ofrezcamos otro tipo de alternativas, por ejemplo, que vamos a estar en un campamento, vamos a hacer una actividad deportiva, vamos a ir a un museo, vamos a hacer otro tipo de cosas, porque claro, hay veces que es cierto que los las chicas no dicen ¡me aburro! Bueno, tienen que aprender ellos a tolerar el aburrimiento, pero que también los adultos podemos ofrecerles otro tipo de alternativas.

Begoña: hablábamos al principio, los citábamos tus dos libros, “queremos hijos felices, lo que nunca nos enseñaron, de cero a 6 años”, y otro centrado en el paso de la infancia a la adolescencia. “Queremos que crezcan felices” ¿qué diferencias hacemos entre 0 a 3, 3 a 6, 6 a 9? A partir de ahí, la pre adolescencia, la adolescencia ¿qué diferencia hacemos en cada etapa?

Silvia: con el uso de las nuevas tecnologías tenemos que ser muy muy claros, por ejemplo, la cantidad de tiempo y en el nivel de supervisión. Ya hemos dicho antes, 0 a 2 años, cero pantallas. Eso ya lo radical.

Begoña: ¡radical!

Silvia: radical, como mucho, mucho, mucho, una videollamada a los abuelitos a los tíos, a un amigo que está lejos. De 2 a 5 años, media hora. ¡No, más! con media hora que estoy viendo las pantallas es suficiente, que hay un montón de procesos cerebrales que tienen que madurar y además tú te quedas a su lado, porque le dejas viendo unos dibujitos y cuando te quieres dar cuenta como salta la publicidad va saltando, y va poniendo el dedito en una interno de un sitio a otro y termina a lo mejor viendo cosas que luego le pueden asustar o le pueden afectar.

De 6 a 12, ahí ya podríamos tener una hora. ¿No? a lo mejor no hace falta que sea la hora seguida, a la hora puede ser, por ejemplo, en dos bloques, de media de media hora, aquí no meteríamos si estamos viendo una serie, a lo mejor no tiene que estar metida en esa hora, pero el otro tipo de usos de aplicaciones de videojuegos, de estar conversando con amigos… Todo, eso sí que estaría metido en esa en esa hora y aquí los padres siguen haciendo esa supervisión. Estoy viendo completamente lo que estás haciendo. Quizás no hace falta que me estés sentado a tu lado, pero sí ir viendo más o menos y controlando lo que ves.

Cuando ya son un poquito más mayores, de 12 a 14 lo podemos subir a 90 minutos. Un poquito más de tiempo. Sí que es cierto que hay que seguir supervisando y acompañando en todo momento lo que ves, si es contenido adecuado para tu edad, no es contenido adecuado, saber un poco los valores que están transmitiendo van acordes con los valores que nosotros como familia queremos a inculcar…

De 14 a 16 podríamos subirlo a dos horas. Dos horas de uso de las de las nuevas tecnologías.

Para luego, ya a partir de 16. Bueno, pues entonces, a lo mejor ahí ya no hay que ser tan estrictos con la cantidad de tiempo, pero sí tener muy claro dónde están los límites, pues los límites es que hasta ahora el teléfono apagado, por lo que hemos dicho antes de la importancia que tiene luego para conciliar el sueño que hay determinados momentos en los que no se lleva el teléfono, como puede ser la comida en la cena, que durante el estudio el teléfono no se tiene, sino que el teléfono tiene que estar fuera de la habitación donde estamos estudiando y que no puede interferir, por ejemplo, en las notas o los resultados escolares, o sea, la familia tiene que pensar exactamente. Pero sí que es cierto que siguen teniendo que estar claros los límites de utilización.

Begoña: y un control de lo que ven y lo que hacen es no solo de lo que ven en Internet, sino de lo que hacen en las redes sociales. Y creo que no es suficiente con intentar hacer nosotros, y no sé si serán y bueno intentar hacernos sus amigos en las redes sociales… porque en cuanto saben que les estamos mirando lo que hacen, enseguida se inventan otro perfil. ¿Cómo hacemos ese control, de lo que ven en Internet y de lo que hacen en las redes?

Silvia: pero yo creo que hay que hacerlo de forma clara, explicarles y decirles, mira es que el teléfono, yo creo que esto parte por dejar muy claro, el teléfono, no es tu teléfono, es mi teléfono que yo estoy dejando para que tú utilices.

Luego como es mi teléfono yo de vez en cuando voy a supervisar ¿qué es lo que estás haciendo?, ¿qué es lo que está subiendo?, ¿cuáles son las fotos?, ¿cuáles son…? a lo mejor no voy a leer una conversación, porque una conversación sí que es privada, pero en el momento en el que tú estás subiendo una foto ya es algo que es público, que es que todo el mundo lo puede ver.

Desde luego que es importante dejarlo claro desde el principio, este teléfono te lo doy para que tú lo utilices, pero yo te voy a acompañar y a enseñar a utilizarlo correctamente porque el teléfono es de papá o mamá o es de… y tú lo puedes tener, tienes ese derecho a uso, pero no es el tuyo.

Begoña: y sobre todo en edades más tempranas. Fíjate, que has dicho algo que muchas veces padres y madres nos preocupamos por que tengan un buen desarrollo, nuestros hijos e hijas.  Has dicho que, desde muy pequeñitos, tienen que aprender, tienen que madurar sus procesos cerebrales, con una máquina o con una pantalla no lo van a hacer de la misma manera.

Silvia: así es, cuando son muy pequeños, sobre todo lo que tiene que madurar es el proceso de función ejecutiva, que es esta zona de aquí del cerebro, el lóbulo frontal, que es la capacidad de dirigirnos hacia la meta que queremos conseguir.

Dentro de ese proceso de función ejecutiva están las capacidades de atención, la atención selectiva, es decir, me fijo justamente lo que yo quiero, la atención también un poco, cuánta cantidad de tiempo estamos prestando a ese estímulo de atención y todo esto hay que hacerlo fuera del mundo de pantallas… ¿Por qué? porque las pantallas lo que está ocurriendo es que los procesos de atención los hacen ellas solas, al final son estímulos que cambian muy rápido tanto a nivel visual como a nivel auditivo, y entonces el proceso de atención sostenida, mantener la atención a lo largo del tiempo, lo hace la pantalla y el niño o la niña o el adulto que también nos pasa, solo tiene que estar así, mirando entonces, si queremos que se desarrollen este tipo de procesos, es importante que las pantallas no lo invadan todo. Que tengan que ser ellos los que estén jugando, por ejemplo, con un juguete con el juguete, el coche va bien… pero soy yo quien tiene que estar prestando la atención con el juguete, con el puzzle, tengo que ir encajando las piezas, pero no solamente las piezas a nivel, en una determinada aplicación en la tablet, sino también un poco de forma manipulativa para que sea yo quien tenga que trabajar ahí un poco esa atención. Por eso es tan importante que favorezcamos también ese ocio que no sea solamente digital.

Y juegos tradicionales de los de toda la vida, los juegos de construcciones en los que tengo que trabajar, por ejemplo, la organización espacial, seguir las instrucciones y seguir las normas. Hay que dejar espacio porque evidentemente, si el niño tiene la posibilidad de ocio digital en el qué me dirigen y yo no tengo que hacer nada, es mucho más cómodo.

Begoña: Silvia ya, por último. ¿Podemos conseguir esa relación sana con la tecnología? Puede costarnos, pero lo podemos conseguir, ¿no?

Silvia: por supuesto que sí. Que se puede producir conseguir una relación sana con la nueva tecnología y que además es donde tenemos que llegar porque esto de llegar a decir, prohibimos las tecnologías y decimos que son malísimas, crees que esto sabemos que no funciona. Y es que además no llegaríamos a ningún sitio. Se trata de acompañarlos, en todo momento para fomentar ese uso sano y saludable de las nuevas tecnologías.

Begoña: Silvia Álava, doctora y licenciada en psicología por la Universidad Autónoma en Madrid, especialista en psicología general sanitaria y en psicología educativa. Ha sido un placer contar con tus opiniones con tus teorías, con tus instrucciones que vamos a seguir porque nos pueden ayudar a conseguir precisamente eso que estamos buscando, la relación sana con las tecnologías.

Te agradecemos muchísimo que hayas Estado en educación, ciudadanía y bienestar digital, el podcast de PantallasAmigas, ¡muchísimas gracias Silvia Álava!

Silvia: gracias a vosotros por haberme invitado.



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