- UNICEF junto a Red.es, la Universidad de Santiago de Compostela y el Consejo General de Colegios Profesionales de Ingeniería Informática, a través de tres informes recogen la voz de familias, docentes y de casi 100.000 menores.
- En España, a los 10 años, el 41 % de niñas, niños y adolescentes dispone ya de un teléfono móvil en propiedad y el 92,5 % está registrado en al menos una red social.
- El 9 % de los menores ha sufrido presiones para enviar fotos íntimas: el entorno digital “debe abordarse como un tema de salud pública”.
La revolución digital ya no es una promesa del futuro: es el terreno sobre el que se construye la infancia del presente. “La revolución digital ha dejado de ser un fenómeno tecnológico para convertirse en una transformación estructural de la sociedad”, advierte el informe Infancia, Adolescencia y Bienestar Digital (UNICEF, 2025). Esa transformación, añade, “alcanza a todos los sectores, condiciona los hábitos de consumo, altera las dinámicas de socialización y redefine los modelos educativos”.
El acceso a pantallas, redes y móviles ha colonizado la vida de los más jóvenes a una velocidad inédita. En España, “a los 10 años, el 41 % de niñas, niños y adolescentes dispone ya de un teléfono móvil en propiedad. A los 12 años la cifra asciende al 76 %”. Hoy, el móvil no es solo un dispositivo: es el epicentro de la identidad, la comunicación y la socialización juvenil. El 92,5 % de los menores está registrado en al menos una red social, y el 75,8 % en tres o más.
Pero la conexión total tiene su reverso. UNICEF lo formula con precisión: “Garantizar el bienestar de niñas, niños y adolescentes en los entornos digitales plantea en la práctica desafíos complejos”. El informe llama a considerar el fenómeno como una “cuestión de salud pública”, cuando el uso es “temprano, intensivo y sin acompañamiento”.
La infancia digitalizada: datos que interpelan
El informe presentado el martes 11 de noviembre de 2025, elaborado por UNICEF España junto al Ministerio para la Transformación Digital, Red.es, la Universidad de Santiago de Compostela y el Consejo de Colegios de Ingeniería Informática, elaborado a partir de las respuestas de 93.153 estudiantes, quedando la muestra final compuesta por 75.329 escolares y 7.500 docentes de 446 centros educativos de toda España, refleja los hábitos y experiencias de la adolescencia en el mundo digital. Los resultados son tan amplios como inquietantes:
- El 82,4 % dispone de teléfono móvil propio.
- El 51,6 % del alumnado de Primaria ya tiene uno, y el dato se dispara al 92,8 % en la ESO.
- El 14,2 % de los adolescentes presenta síntomas de malestar emocional, y el 7,4 % riesgo suicida elevado.
- El 9 % ha sufrido presiones para enviar fotos sexuales; el 2,9 % chantajes o intentos de sextorsión.
- Uno de cada tres adolescentes con pareja (31,3 %) ha experimentado violencia digital en la relación, generalmente mediante control o invasión de la intimidad.
- El 29,6 % ha visto pornografía, y la edad media del primer acceso es 11,5 años.
- El 5,7 % presenta un uso problemático de redes sociales, y el 1,7 % un posible trastorno por videojuegos.
UNICEF advierte: “Aunque no es posible establecer relaciones causa-efecto, la mayoría de las conductas de riesgo online y usos problemáticos se asocian con un mayor malestar emocional y problemas de convivencia”.
Riesgos reales, malestares cotidianos
El informe da forma empírica a lo que muchas familias intuyen: la exposición digital afecta al bienestar psicológico. “El nivel de malestar emocional se situaría en el 14,2 %, siendo significativamente mayor entre las chicas que entre los chicos”, concluye el estudio. La brecha de género atraviesa casi todos los indicadores: las chicas presentan “valores más bajos en bienestar físico y psicológico” y mayores tasas de ansiedad, depresión o somatización.
La dimensión relacional del malestar también se revela preocupante. En un 15,2 % de los hogares se detectan episodios de violencia hacia los progenitores, mientras que el 25 % del alumnado ha sufrido victimización escolar, y un 8,3 % cibervictimización. Las cifras de violencia de pareja digital son especialmente significativas: “El 31,3 % del alumnado que tiene o ha tenido pareja refiere haber sufrido alguna manifestación de este tipo de violencia de manera frecuente”, señala UNICEF. Son conductas de control a través del móvil, revisión del teléfono o vigilancia en redes sociales. Y afecta “relativamente más a las chicas”.
La sexualidad entre pantallas
Si hay un terreno donde la hiperconexión deja al descubierto la brecha educativa, es el de la sexualidad. “El consumo de pornografía se inicia a edades muy tempranas (11,5 años), ejerciendo un papel modulador de actitudes y conductas desde la infancia”, alerta UNICEF.
Casi un tercio del alumnado (29,6 %) ha visto pornografía al menos una vez, y “uno de cada cinco de quienes la consumen” presenta un uso problemático. Más de la mitad (57 %) cree que la pornografía “trata peor a las mujeres que a los hombres”, y el 48,4 % demanda “más actividades de educación afectivo-sexual en el centro escolar”. A pesar de ello, “en 7 de cada 10 hogares la sexualidad sigue siendo un tema tabú”.
El informe subraya el vínculo entre consumo problemático de pornografía, sexting y salud mental: “El consumo problemático de pornografía se asocia con mayores tasas de sexting y mayor malestar emocional”.
Jugar, apostar, perderse
El ocio digital ocupa el tiempo libre de millones de menores. “Los videojuegos constituyen una de las principales fuentes de ocio en la infancia y la adolescencia”, indica UNICEF. El 53,5 % del alumnado juega al menos una vez por semana, y el 62,5 % lo hace casi a diario. Dedican “una media de 7,14 horas semanales”, aunque los chicos juegan “el doble que las chicas”.
El 70,2 % consume juegos violentos y uno de cada cuatro juega a títulos clasificados como PEGI 18, no recomendados para menores. Además, “el 13,2 % ha pagado por abrir loot boxes”, lo que se asocia con “mayor tasa de apuestas online”.
No es casual que UNICEF hable de “un problema de salud pública”. Las cifras de adicción o uso problemático son pequeñas en porcentaje, pero masivas en volumen: un 1,7 % con trastorno por videojuegos o un 2,4 % con problemas de gambling equivalen a decenas de miles de adolescentes en España.
El espejo familiar
El hogar sigue siendo el primer escenario de aprendizaje digital… para bien y para mal. “Predicar con el ejemplo y establecer una buena higiene digital en el hogar resulta fundamental”, advierte UNICEF. La falta de límites o un mal modelo parental “duplica los usos problemáticos y las diferentes conductas de riesgo online”.
El informe lo cuantifica: el 23,7 % de los adolescentes afirma que sus padres “utilizan el móvil durante las comidas o cenas familiares”. Y quienes duermen con el móvil en la habitación o no tienen reglas claras multiplican las tasas de sexting, exposición a desconocidos y consumo de pornografía.
No dormir con el móvil, comer sin pantallas y hablar sobre el uso responsable parecen estrategias simples, pero tienen un impacto profundo. UNICEF lo resume así: “No dormir con el móvil en la habitación y dar buen ejemplo hace que las tasas de usos problemáticos y conductas de riesgo online puedan reducirse a la mitad”.
Las luces del ecosistema digital
Pese a los riesgos, UNICEF insiste en que el digital no debe abordarse desde el alarmismo. “La digitalización, cuando se orienta al servicio del desarrollo humano, representa una oportunidad extraordinaria para la infancia”.
El informe enumera beneficios claros: “Permite acceder a una información prácticamente ilimitada, estimula la creatividad, amplía las posibilidades de comunicación y abre nuevas vías de aprendizaje personalizado”. En la escuela, “facilita la inclusión, refuerza el trabajo colaborativo y potencia el pensamiento crítico”.
Internet es, de hecho, un “derecho habilitante”, esencial para ejercer otros derechos fundamentales. El reto, por tanto, no es prohibir, sino acompañar. UNICEF reclama un equilibrio entre “acceso, protección, educación y participación infantil”.
Educar en tiempos de clic: una corresponsabilidad social
El documento adopta un enfoque de derechos y responsabilidad compartida. “Integrar de forma saludable el uso de los dispositivos digitales en la infancia y la adolescencia constituye uno de los grandes desafíos a los que nos enfrentamos como sociedad”, proclama su introducción.
La organización subraya la necesidad de políticas públicas que “superen por igual el alarmismo y la banalización del problema”. El objetivo, dicen sus autores, es “concebir la relación de las nuevas generaciones ‘con’ y ‘en’ el entorno digital desde un punto de vista integral, dando voz a los propios protagonistas”.
En sus conclusiones, UNICEF es clara: “La promoción de un uso seguro y saludable de los dispositivos digitales nos interpela a todos como sociedad”. Familias, docentes, administraciones y plataformas deben cooperar para construir un entorno digital donde el bienestar y la participación sean compatibles.
Del dato a la acción: las propuestas
Entre las propuestas de acción del informe destacan:
- Educar en alfabetización digital crítica, para reducir la brecha entre quienes comprenden la lógica de las redes y quienes solo las consumen.
- Fortalecer la educación afectivo-sexual integral, conectando la escuela y la familia.
- Promover la mediación parental habilitante, basada en el diálogo y el ejemplo.
- Incorporar la perspectiva de género en todas las políticas digitales.
- Tratar el bienestar digital como parte de la salud mental infantil.
La nueva frontera de la infancia
Lo que se juega en las pantallas no es solo ocio o conexión: es identidad, salud emocional, convivencia y ciudadanía. UNICEF lo resume así: “Concebir la relación de las nuevas generaciones con el entorno digital desde un punto de vista integral implica tomar conciencia de la importancia que posee en el desarrollo y a diferentes niveles”.
El informe no demoniza la tecnología; la coloca en su contexto real: un espacio donde la infancia vive, aprende, ama y se construye. Pero exige una sociedad adulta capaz de acompañar. “El uso de la tecnología supone un gran desafío para la sociedad actual y, en particular, para la infancia y la adolescencia de nuestros días”, concluye.
Quizá el verdadero dilema no sea si el mundo digital es bueno o malo para los niños, sino si nosotros, madres, padres, educadores y responsables públicos, estamos a la altura de esa infancia que ya vive en él.
