Cada vez son más los padres que ponen los medios necesarios para controlar los contenidos a los que pueden acceder sus hijos a través de Internet, esfuerzo que a veces cae en saco roto ya que los menores más curiosos tienen la posibilidad de saltarse estas barreras con una simple visita a un cibercafé.

De poco sirven a veces los programas de control que las familias instalan en los ordenadores domésticos, o que éstos se ubiquen en lugares comunes de la casa para facilitar la supervisión por parte de los adultos (algo que ocurre en el 61,3% de los hogares, según un informe del Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación/INTECO).

«Vale con que el menor se baje a un cibercafé o vaya con sus amigos y un portátil a un bar con wi-fi para que pueda entrar en las páginas que quiera», advierte a Efe el presidente de la Asociación de Usuarios de Internet, Miguel Pérez.

Miguel Pérez explica que no hay una legislación específica de menores en cuanto a cibercafés, y reconoce la dificultad con la que se encuentra la administración para determinar «qué es un cibercafé: una tienda, un bar…», lo que ha llevado, explica, a que cada comunidad autónoma los haya regulado de forma diferente, en algún caso dentro de tipos comerciales ya definidos.

«No se está regulado las redes sociales online o el hecho de que un menor abra una cuenta de correo electrónico, algo para lo que debería tener autorización paterna», afirma Pérez.

El «ciberbullyng» es otro fenómeno que tiene en los cibercafés un aliado, ya que pueden ser utilizados para esta práctica y aunque los ordenadores van dejando «rastro» en los servidores, los acosadores mantienen el anonimato porque no se les exige el DNI al entrar en estos establecimientos, como se hace al inscribirse en un hotel.

García indica que las mayores amenazas, con las que se enfrenta un niño en la red son la posible adicción a los juegos, redes sociales o mensajería instantánea; el ciberbullying, la exposición a contenidos inapropiados, pero también el poder cometer acciones ilegales: descargas o el ‘crackeo’ (modificación) de páginas de web.

Fuente: EFE vía Informativos Telecinco