María Luisa Ferrerós, es una de las psicólogas infantiles más prestigiosas de España, protagonizó el episodio «Niños caracol, hikikomori, cómo evitar su aislamiento». Forma parte de las 25 mujeres expertas destacadas en sus diferentes ámbitos de especialización.

Niños caracol, hikikomori, cómo evitar su aislamiento, con María Luisa Ferrerós

Niños caracol, hikikomori, cómo evitar su aislamiento, con María Luisa Ferrerós

María Luisa Ferrerós estudió psicología en la Universidad de Barcelona con especialización en neuropsicología, el posgrado en alteraciones del sueño en el Instituto Universitario Dexeus y el máster en psicoterapia breve estratégica y psicología sistémica en el centro G. Nardone de la Universidad de Florencia.

Además, está acreditada en formación clínica para el diagnóstico de TEA por la Universidad Cornell de Nueva York y es autora del bestseller Pórtate bien y de otros libros de referencia como Abrázame, mamá (Planeta, 2007), Enséñame a aprender (Planeta, 2004), Tengo miedo (Planeta, 2008) y Pórtate bien (Planeta, 2023).

El podcast de PantallasAmigas es un programa sobre educación, ciudadanía y bienestar digital conducido por Begoña Beristain.

Transcripción del episodio

Educación, ciudadanía y bienestar digital, un podcast de PantallasAmigas, presentado por Begoña Beristaín.

Begoña: Hola, ¿qué tal? Bienvenidos, bienvenidas a este nuevo episodio de educación, ciudadanía y bienestar digital. Un podcast de PantallasAmigas en el que hoy tenemos la suerte de dar la bienvenida a María Luisa Ferrerós. María Luisa es una de las psicólogas infantiles más prestigiosas de nuestro país. Estudió psicología en la Universidad de Barcelona con especialización en neuropsicología, el posgrado en alteraciones del sueño en el Instituto Universitario de Seuss y el Máster en psicoterapia breve estratégica y psicología sistémica en el centro Nardón de la Universidad de Florencia. Está acreditada en la formación clínica para el diagnóstico de TEA por la Universidad Cornell de Nueva York. Además, fundó y dirige el Centro PsicoCaren, donde ejerce todo tipo de asesoramiento psicológico. Además, imparte clases de Psicología y tiene una amplísima bibliografía. Una bibliografía que ahora aumenta con la publicación de “Dame la mano”. Es su nuevo trabajo y en él intenta descubrir o que descubramos, mejor dicho, cómo conectar con nuestros hijos e hijas para que crezcan seguros y felices. La clave que queremos utilizar en esta charla es esa palabra, la palabra conectar. María Luisa Ferrerós ¿qué tal? Bienvenida.

Mª Luisa: Hola, muchas gracias, encantada.

Begoña: Oye, ¿se ha puesto cada vez más difícil, María Luisa, ¿conectar directamente con nuestros hijos e hijas porque tenemos siempre algo en medio?

Mª Luisa: Sí, yo creo que actualmente cuesta un poquito tener puesto el foco en lo que es realmente importante y a veces nos perdemos en un montón de checklist de cosas que hemos de hacer y nos dejamos de lado, que a veces lo más importante es esa conexión emocional de comunicación, de compartir, sobre todo, cosas con nuestros hijos. Que el confinamiento nos ha dado una opción para tener más tiempo, pero que bueno, a veces no lo hemos sabido gestionar del todo bien.

Begoña: ¿Qué ha pasado? No lo hemos aprovechado demasiado bien porque hemos estado muy ocupados haciendo otras cosas, organizando nuestra casa, viendo Netflix, cocinando. Y no nos hemos dado cuenta de que teníamos una oportunidad de oro para conectar directamente, sin intermediarios con nuestros hijos.

Mª Luisa: Exacto, sí, porque a veces yo creo que hay padres que hablan más por Whatsapp con sus con sus hijos que de verdad que mirándose a los ojos, ¿no? Y yo creo que bueno, hemos tenido un momento en el que nos hemos podido sentar a jugar a juegos de mesa, a recuperar un poco todas esas cosas qué te tocan más, que son más reales ¿No? Que no tienes entre medio algo que te distorsione esa comunicación, porque hemos de pensar que la comunicación no es solo lo que se dice, sino cómo lo dices, cómo lo transmites. Toda esa parte gestual y la parte de contacto de piel, es también parte de la comunicación, ¿no? Y si ponemos intermediarios, pues nos la perdemos.

Begoña: También nuestros hijos e hijas están muy volcados en su propio mundo y su propio mundo incluye, por supuesto, las pantallas. Cuánto de importante es Maria Luisa, que conozcamos las herramientas de nuestros hijos para que podamos echarles una mano si se necesitan u orientarles en su manejo.

Mª Luisa: Hombre, es muy importante, porque realmente ellos ya son nativos digitales y yo creo que casi con 6 meses ya saben ya clican antes de hablar, ¿no? Entonces, son muy intuitivas, pues ellos dominan casi mejor que nosotros, pero es importante que nosotros sepamos a dónde se conectan, qué hacen, cómo. Porque las nuevas tecnologías no son ni buenas ni malas. Son unas herramientas que tenemos que nos pueden llevar a un amplio conocimiento a estar conectados, tienen cosas buenas, pero hay que aprender a gestionarlas y, sobre todo, les hemos de enseñar cómo gestionar, cómo filtrar la información que les llega, porque es la generación con mayor acceso a la información, pero luego se pierden y no saben distinguir lo importante de lo que no, de dónde viene, a quién le tengo que hacer caso. Entonces luego te encuentras con niños que te dicen cosas como que la felicidad para mí es que me pongan no sé cuántos likes. Y claro, ahí quiere decir que tenemos el foco un poco desviado.

Begoña: Entre ellos y nosotros, entre nuestros hijos, hijas y nosotros, se establece esa barrera, esa pantalla. Fíjate, tú decías algo que me parece muy importante. Hay bebés, hay niños que saben clicar antes de hablar. Y es que somos los adultos quienes les ponemos esa pantalla delante y encima es que nos hace mucha gracia. Hace muy poquito veía un vídeo en la televisión y los contertulios de un programa se reían mucho viendo a un niño que tenía una Tablet y estaba jugando y entraba una llamada en esa Tablet. Y el niño directamente, un niño que no sabía ni andar, apagaba la llamada porque quería seguir jugando y a los adultos les hacía muchísima gracia y a mí me pareció que era algo pues que no debíamos de reírnos tanto de eso, estamos poniendo la barrera nosotros mismos.

Mª Luisa: Claro, o sea, hemos de ver un poco cómo aprovechar el potencial que tienen todas estas nuevas tecnologías, pero no podemos olvidar lo que es la realidad. O sea, el niño se desarrolla con el contacto real, con las personas que le cuidan, con sus padres, con sus profesores, con sus amigos. Ese contacto social de piel es imprescindible, porque si no luego ellos no saben interpretar las señales, claro. Las señales que le manda el iPad son mucho más sencillas que las señales que le manda una persona, ¿no? Entonces hemos de enseñarles. Yo creo que no podemos abusar de las pantallas y dejar que las tabletas se conviertan en los canguros de los niños. ¿No? Que es verdad que este confinamiento pues hemos hecho lo que hemos podido y obviamente nuestro nivel de esto ha tenido que bajar porque los chavales pues no podían socializar de otra manera que no fuera a través de pues del TikTok, del Instagram, de Juegos Online. Y todo esto porque estábamos todos confinados, pero hemos de tener claro que esto ha sido un momento puntual y que ahora no podemos dejar que nos sustituyan, o sea, tienen que ser complementarios porque es verdad, nos complementan y hemos de aprender a filtrar y todo. Pero no pueden sustituir el contacto real, ¿no?

Begoña: Y durante el confinamiento que hemos utilizado todas las pantallas, porque por supuesto, hemos tenido imágenes de vernos en el salón. Cada uno con su móvil, con su Tablet, con su ordenador. ¿Eso nos habrá hecho retroceder un poco, María Luisa?

Mª Luisa: Eso nos ha llevado a una zona de confort, en la que mira, cada uno conectado a lo suyo y entonces no hay conflictos, todo el mundo muy cómodo y ahí, pues hala. O sea, vamos a ver, el periodo en que los niños son susceptibles de que tú puedas guiarlos, ayudarlos, darles la mano, impulsarlos para que crezcan, es muy corto. Entonces no podemos perderlo, esos momentos hay que, en esos momentos teníamos que haber podido ser capaces de coger una cestita y decir venga Tablet y móviles aquí los dejamos apartados y nos vamos a jugar al Memory, al Monopoly, al Roomie, a cartas, a lo que sea, al hotel, al Catán que ahora los adolescentes juegan tanto. Porque eso que parece una tontería es una forma estupenda de conocerte, de comunicarte, de que los niños vean también que tú pierdes, que pierde él, que no, que sí, de trabajar un poco todas esas cosas. Aprenden a tolerar un poco la frustración de que el otro vaya 5 puntos más que yo, menos, que no sé qué se trabajan. Parece mentira, pero se trabajan muchísimas cosas que en la realidad virtual no se pueden hacer. Entonces eso hemos de proponérnoslo como como un hábito, como un ritual simbólico en el que cuando vamos a hacer algo juntos sea una cena. Pues prepararnos unas pizzas, pues lo vamos a hacer juntos y para hacerlo juntos venga todo en el cestito y fuera por qué. Pues estamos cenando con el móvil, estamos comiendo, no sé qué y entonces no estamos en lo real, estamos en lo virtual.

Begoña: Sí, oye, has hablado de evitar conflictos y muchas veces lo que pretendemos es evitar conflictos cuando ponemos una Tablet o un móvil delante de un de un bebé, claro, ahí está un poco la labor de los padres, de las madres, de los cuidadores para que no haya incluso bebés que, si no tienen una tablet delante, no comen.

Mª Luisa: Sí, sí, pero claro, con eso lo que estamos haciendo es dejar el problema para más adelante, porque como no lo afrontamos en el momento, pues lo vamos posponiendo, posponiendo y claro, y así no estamos avanzando. O sea, evidentemente es una cosa es que un día puedas recurrir a este recurso porque el niño tal y cual, pero no, ese no es el objetivo. El niño tiene que aprender a comer, tiene que aprender a leer, tiene que y bueno, y como eso cuando ahora nos dejen salir, ¿no? Pues que te vas a tomar una pizza y te encuentras que están los niños todos conectados con sus tabletas diferentes y no hablan. O incluso que a mí me ha sorprendido más, adolescentes o chicos jóvenes que se reúnen para tomar algo y que están todos, cada uno haciéndose selfies con su móvil y no interactúan entre ellos. Entonces, claro, ahí estamos desvirtuando, estamos perdiendo el potencial positivo de estos dispositivos y nos está sirviendo para aislarnos. Entonces si estamos en eso, no vamos por el buen camino. Hemos de poner las luces largas. Vamos por una carretera en la que no nos sirve la luz corta. Hemos de enfocar al final y, por lo tanto, si vemos que eso nos está aislando es que no vamos por el buen camino, hemos de hacer este ejercicio que a todos nos cuesta. Porque es lo más cómodo. Llegas, te tumbas, te conectas, pero hemos de hacer el esfuerzo, de decir, venga, cestita todo aquí. Y no como un castigo, sino como un ritual simbólico de ahora, lo importante es nosotros, ahora es lo que estamos viviendo.

Begoña: María Luisa, entonces parece que estamos cada vez más conectados, que cada vez es más fácil hablar con gente de cualquier parte del mundo, tener muchos amigos en las redes que al final no son amigos tan reales, pero al final estamos sufriendo un aislamiento poco a poco, ese ejercicio de salir con tus amigos y quedarte sentado en un sitio jugando al móvil o haciéndote selfies. Al final dirás para qué salgo y pasaré frío en la calle si esto lo hago desde mi casa y estoy igual, ¿no?

Mª Luisa: Exacto, pero no, pero porque ahí ese es el peligro que hay. ¿No? Que realmente la gente aprende a relacionarse con el móvil o con la Tablet en vez de con la persona que tiene delante. Tu piensa que ni Bill Gates, ni Steve Jobs dejaron que sus hijos manejaran ni tabletas ni móviles hasta bien pasados los 16. Vale, entonces ya nos están indicando ahí, por dónde vamos. Hay que desarrollar primero lo real. La interacción real entre gente, entre personas, es muchísimo más complicada que aplicar una Tablet o un móvil.

Begoña: Claro que sí, sí, porque hay que interpretar muchos gestos y muchas señales. Claro, eso es. Fíjate, decías que ni Bill Gates, ni Steve Jobs dejaron a sus hijos tener esas pantallas hasta los 16 años.

Mª Luisa: Claro, porque la comunicación es todo.

Begoña: Y tenemos ese eterno debate de cuándo damos un móvil a nuestra hija, a nuestro hijo, pero pensamos que es diferente a darles una Tablet o un ordenador. Podemos ponerles un ordenador desde bien pequeños. Ahora el móvil no, no, yo no dejo que tenga un móvil en sus manos. Si al final la única diferencia es que el móvil sirve para llamar y prácticamente no llamamos por teléfono.

Mª Luisa: Exacto, sí, sí, totalmente. O sea, realmente para mí el problema es darles acceso a Internet. Para mí ese es el problema. O sea que, si tienen un ordenador con el que tienen Google y con el que a través de Google o YouTube o lo que sea, se pueden conectar a contenidos que no son adecuados y que los pueden llevar a, vete a saber qué mundos, ya estamos mal. O sea, yo casi prefiero que tenga un móvil sin Internet, que simplemente tenga mensajería y llamadas pero que no tenga acceso a Internet. A mí me parece más preocupante. A ver la edad de los móviles ha bajado un poquito con el tema de la pandemia, evidentemente, porque a partir de los 10. Ya 10 – 11 ya hemos empezado a bajar, pues porque tenían que wasapearse. ¿Qué deberes hay para mañana? Porque claro, como no estaban en clase juntos, pues eso ha bajado. Pero si tú les das un móvil capado que solo tiene mensajería y llamadas, bueno, tampoco pueden hacer mucho más, ¿no? Para mí el problema principal es la red grande, es Internet, es Google, es YouTube. Acceder a contenidos que tú no puedes estar filtrando y explicando.

Begoña: Cuando ya tienen pantallas, tenemos problemas con los límites. Y en “Dame la mano” también hablas de los límites. Nos da mucho miedo poner límites a nuestros hijos y a nuestras hijas, porque parece que nos van a querer menos si les limitamos, si tenemos cierta disciplina, si en algunos momentos nos mostramos autoritarios y claro, si no les marcamos esos límites, pues también se pierden muchas cosas. Mucho aprendizaje, las pantallas, una vez que las tienen, ¿hay que limitarles su uso?

Mª Luisa: Claro, es que fíjate, lo primero que vamos a hacer es perder ese miedo, porque eso nos hace actuar muy mal. Los niños precisamente lo que esperan de nosotros es que les pongamos límites, quieren saber hasta dónde y hasta dónde, dónde me puedo yo mover y ningún niño se traumatiza ni le pasa nada porque tú le digas, mira, te dejo conectarte el fin de semana de tal hora a tal hora y tal. Bueno, pues claro, deben tener un horario de consumo porque no puede ser ilimitado, no puede ser ilimitado. ¿Por qué? Pues porque tienen tal cantidad de cosas que estarían 800 horas, o sea, es que es ilimitado, primero aquí, después, allá estos momentos en YouTube, después en el TikTok, después juegos online, no sé qué bah, y entonces eso les invadiría de tal manera que eso lo hemos comprobado, hay estudios científicos que no se saturan solos, o sea, realmente hay que ponerlo, pero hay diferentes maneras de poner límites, o sea, para poner límites no nos hemos de poner en plan sargento y Rottenmeier ahí a chillar y tal, no hace falta. O sea, simplemente hay que pactar unas normas y ponerlas de buen rollo, ¿no? O sea, decir, bueno, pues vamos a ver, o sea, nosotros en casa priorizamos el contacto nuestro, nuestra conexión, por lo tanto, a la hora de la cena no va a haber Wifi, papá lo va a desconectar o mamá va a tal, vamos a utilizar la cestita y eso si tú ya lo integras desde bien pequeños ya lo viven y lo asumen de una forma natural y obviamente hay que proporcionarle alternativas divertidas para que ellos mismos se desconecten, ¿no? O sea que hay que jugar un poco a las dos cosas más que prohibir yo soy partidaria de decirles, mira, si tú haces los deberes, haces esto, haces lo otro. Pues mira, el sábado te voy a dejar jugar tantas horas, en positivo más que como en negativo. Si lo haces todo bien, pues vas a tener ese privilegio de jugar un rato a tus juegos online, ¿no? Y luego hay que tener un rato para desconectarse, hay que saber apagar y hay que ofrecerles alternativas divertidas, ¿no? Pues excursiones. Nos vamos en bicicleta, montamos una tal, hacemos juegos de mesa cosas, entonces hay que esforzarse un poquito.

Begoña: Y ser modelos porque no vale de nada que les digamos todo esto mientras estamos enviando mensajes. No, no, es que el mío es muy importante porque el mío es de trabajo y, parece que nosotros sí podemos seguir adelante con nuestras pantallas, pero tú no, porque lo tuyo es ocio cuando bueno, pues puede que incluso están haciendo algo de provecho, ¿no?

Mª Luisa: Sí algo de estudios. Por eso te digo que siempre ese simbolismo de cuándo vamos a cenar juntos dejamos todos los móviles. Cuando nos vamos de excursión, dejábamos todos los móviles, ese hecho simbólico de ser tú el primero que desconectas. Y el primero que pones un horario y que dices, bueno, yo a partir de las 6:30- 7 PM, ya no estoy, ya no trabajo, ya apago. Pues eso es un ejemplo para ellos, que obviamente lo imitan. Si tú no puedes hacer, pues luego no se lo puedes pedir. Esto es evidente.

Begoña: María Luisa es que, además, todas estas redes, las pantallas y los juegos y su uso están preparados para generar cierta adicción, no sé si cierta o real, con lo que es muy difícil de frenarla si nadie nos pone límites, es muy fácil que en poco tiempo seamos adictos a una determinada red o a varias.

Mª Luisa: Total, sí, sí.

Begoña: Y entonces ya la cosa se complique mucho más, ¿no?

Mª Luisa: Sí, sí, es que está pensado para eso, porque siempre hay ese incentivo positivo, del sonido, la interacción, el no sé cuántos, que está pensado para que tú no te puedas desenganchar y veas y veas y veas y no tienes ni que apretar el quiero ir, sino que conecta solo. O sea, tú ves un YouTube y te van pasando y venga y venga y venga. Y los TikToks lo mismo. ¿Por qué? Pues porque no quieren, no quieren que tengas que encender, sino que quieren que ya tú sin darte cuenta no controles tu tiempo, que esto es una cosa muy importante, que trabajamos mucho con los niños y que sin darte cuenta pues te has estado 3 horas o 4 horas sin tú decidirlo. Entonces yo lo que siempre les digo es, a ver, tú tienes estas horas por la tarde, entonces tú has de decidir a qué las dedicas. Las quiero dedicar a jugar, porque estamos hablando del sábado, pues quiero dedicarlas a jugar, quiero dedicarlas a hacer esto, porque si tú no planificas y decides dónde inviertes esas horas, pues al final las acabas perdiendo. Por qué te quedas en el sillón empiezas a mirar no sé qué y se te dan las 8 y no has hecho nada. Y es porque no has decidido anticipadamente dónde y cómo quiero utilizar mi tiempo y cuando eso lo suman y ven 4 horas más, 4 horas más, 4 horas y resulta que han perdido una semana conectándose y no la han invertido en hacer algo. Pues a lo mejor, mucho más divertido, de quedar con tus amigos o de hacer algún curso, alguna cosa. Realmente se sorprenden muchísimo, porque dicen, es que esto yo no lo he decidido, digo, claro, lo has decidido por omisión. Entonces, hay que tomar el control. O sea, yo les digo, es que el control lo tienes tú. Es que tú puedes decidir qué quieres hacer con tu tiempo. Entonces no dejes que las redes te controlen, controlarlas tú.

Begoña: Nos pasa a los adultos, fíjate, a una persona que todavía está en formación. Vamos a retomar un poco el asunto del aislamiento porque hablas en “Dame la mano” también de esto, del caso de los hikikomori, que se llaman los niños caracol, defínenos niño caracol, para que alguien que nos esté escuchando diga, pues me parece que tengo uno de estos cerca.

Mª Luisa: Sí, bueno, pues un niño caracol es aquel niño que en cuanto llega a casa, bueno, ahora, con el confinamiento, han estado más recluidos en su casa, en su habitación que, en el resto de la casa, porque en su habitación tienen la tele, el ordenador, la Tablet, la conexión Wifi, el móvil, lo tienen todo, ¿no? Entonces ellos no necesitan salir de su habitación porque a través de allí se conectan con el mundo virtual y se sienten protegidos. Y entonces van desarrollando una fobia social, porque sienten que el exterior es agresivo, es peligroso ¿No? Que ahora esto aquí ha pasado muchísimo con la pandemia, que había muchos niños con miedo al virus y miedo a salir y cuando te dejaban traer a dar una vuelta a la hora que tocaba no querían salir de ninguna manera. Incluso si algún padre me ha dicho, pues yo le dije, oye, vamos en coche y el niño no quería ni bajar las ventanas, no fuera que le entrara el virus en el coche. Entonces, ante ese exterior tan peligroso y amenazante, pues los niños se perpetran detrás de sus pantallas dentro de su habitación, como en la cáscara del caracol, y ahí se sienten protegidos, pero claro, desarrollan fobia social, desarrollan agorafobia, tienen ansiedad, les empieza a parecer que salir de esa cáscara es peligroso y no saben cómo afrontarlo. Poco a poco van perdiendo las habilidades sociales. Entonces es era un fenómeno muy frecuente en Japón, sobre todo en Tokio, que es una macrociudad con 13.000.000 de habitantes, que realmente es muy agresiva para los niños. Aquí no había despuntado, pero en el confinamiento sí se ha puesto de manifiesto con muchos niños, con muchos miedos, con mucha ansiedad, con muchas dificultades para salir de ese caparazón y de ese caracol. ¿No? Entonces yo tengo la esperanza de todas maneras, que ahora, cuando empecemos a desescalar y podamos en verano empezar a hacer una vida un poco más normal. El clima de aquí, las ciudades de aquí, que son más amables, que estamos más en contacto con la naturaleza, nos ayuden a volvernos a conectar con la realidad. Porque pienso que hay diferencias, entre Japón y nuestro país, pero si encontramos alguno de estos síntomas sí que nos hemos de preocupar y hemos de consultar con algún profesional, porque cuando el niño te dice no, no, no, yo no, yo no me muevo de la habitación, no, no, incluso, déjame la bandeja que ceno aquí, que estoy viendo no sé qué y ya el grado de aislamiento es máximo, pues ahí sí que nos hemos de preocupar de tomar cartas en el asunto.

Begoña: Claro, es que salir de ese aislamiento tiene que ser muy difícil, ¿no? Porque se han generado fíjate todas las fobias que has que has enumerado. Si desarrollas esas fobias a ver cómo conseguimos en la familia que seguramente no podremos, tendremos que recurrir a profesionales que nos ayuden a sacarles de su habitación y a sacarles de ese caparazón de caracol, ¿no?

Mª Luisa: Sí, porque aparte, incluso tú piensa que detrás de la pantalla, tú no te has de vestir. Entonces, claro, la autoestima baja, porque entonces ya empiezas a encontrarte, que si salgo me dirán, o sea, claro, vas perdiendo todas tus estrategias y les y realmente les da pánico salir de ahí, porque se sienten como muy protegidos y aparte se pueden inventar como un yo ideal, yo soy así, claro, ellos se describen, ¿no? Yo soy tal, yo soy cuál, pero luego no es verdad, porque se hacen como identidades falsas, ¿no? Bueno, como eso que se hace en las redes sociales para atraer a otras personas, te inventas un perfil, pues los niños también lo hacen. Se inventan un poco.

Begoña: Y eso es muy peligroso, porque estás teniendo o incluso una suplantación de tu propia identidad.

Mª Luisa: Bueno, te creas como un avatar con todo lo que a ti te gustaría ser, pero que en realidad no eres. Y entonces el que está saliendo al mundo es el avatar, pero tú no, y claro, eso luego hace que tú te sientas inseguro, que te baje la autoestima, que no confíes en tus posibilidades porque claro, tú estás en tu avatar, estás poniendo todo lo mejor, pero tú sabes que tú no lo tienes. Estás formando tu personalidad con una inseguridad tremenda. Y aparte, con imposibilidad de probar y de validarte en ese mundo social real, porque estás ahí escondido. Entonces tienes tanto miedo de que cuando salgas al mundo exterior la gente no te valide, que prefieres quedarte dentro de la cáscara del caracol.

Begoña: Claro, es muy difícil salir de ahí y hay fórmulas también para ir evitando que tengan todo su mundo en la habitación y no sientan la necesidad de salir. Das algunas claves, nada de tele o de móvil en las habitaciones, centralizarlos en un lugar de la casa y ya lo has citado a lo largo de la charla cuando vamos a comer o cuando vamos a cenar el móvil lo dejamos fuera. Hay que conseguir eso, supongo que será a base de educación, de charlas porque parece ya prolongación.

Mª Luisa: Bueno, y de practicarlo. Yo creo que todas estas cosas, si las vivimos, pues las aprendemos. O sea, más que dar muchas charlas, yo creo que lo que primero que vamos a hacer nosotros, es hacerlo nosotros. Es decir, yo lo primero que llego, pum desconecto, dejo el móvil aparcado y ya me concentro con lo que tengo en casa, porque es que, si no, no estoy viviendo la vida que me está ocurriendo, sino que estoy viviendo una vida virtual. Entonces, yo creo que el ejemplo en estos casos es lo mejor que podemos hacer para que los podamos ir guiando en ese camino de curvas que tenemos ahí delante, ¿no?

Begoña: Y luego hay otro problema, no solo que se cree en sus propios avatares, sino que la realidad que están viendo se crean que todo lo que pasa en el mundo les puede pasar. Cuentas en “Dame la mano”, el caso de esa niña de 8 años que tuvo mucho miedo porque vio una ola gigante, un tsunami, y le entró una angustia tremenda porque pensaba que eso le llegaba a ella y era en la otra parte del mundo, ¿no?

Mª Luisa: Pero claro, depende de la edad que tienen, pues ellos no son capaces de entender que lo que pasa por la tele, que lo que ponemos ahí pues no es exactamente real, que está en otro sitio, está en otro país, que es una ficción, que es una película que, claro, todo esto tú piensa que bien hasta entrados los 9-10 no distinguen bien entre realidad y fantasía. Y evidentemente todo lo que se cuelga, ellos creen que es real. Y, claro, entonces ese es nuestro trabajo, filtrar muy bien qué contenidos les damos acceso y a qué cosas no. Y las noticias, por ejemplo, pues creo que hay canales comunitarios que tienen noticias adaptadas a los niños, para que estén conectados con la realidad, pero con su lenguaje, con sus imágenes, con sus cosas, porque si no, pues realmente ellos lo sobredimensionan todo. Y luego pues tenemos problemas.

Begoña: Desde luego sería una muy buena solución. Durante este tiempo, María Luisa, ¿ha aumentado el ciberacoso, el ciberbullying?

Mª Luisa: Totalmente, sí, sí, claro, porque hemos tenido tanto contacto a través de las redes que entonces todo el tema del acoso, que no podía ser en situaciones de realidad, pues ha sido virtual y ha sido un ciberacoso, que evidentemente a ti yo siempre me preocupa más el acosador que la víctima. Vale, porque la víctima normalmente no es la culpable, sino que es la que recibe y se le puede ayudar bastante fácil a entenderlo y a salirse de esa situación, pero en cambio el que es el que lo inflige, el que es el acosador, sí que esconde debajo suyo mucha problemática, mucha problemática de inseguridad, de rabia, de odio. Que haya algo que está fomentando eso y que hay que averiguar por qué está reaccionando de esa manera.

Begoña: Decía que es muy importante poner el foco también en otra parte porque tendemos siempre a ponerla sobre la víctima, a la que hay que proteger. Pero también hay que cuidar a esos niños adolescentes que son acosadores, acosadoras y que van a perpetuar su problema si no, les ayudamos también, no, no les dejemos de lado tampoco.

Mª Luisa: Exacto, hay que preguntarse. ¿Cómo deben estar sufriendo estos niños para que la única manera que tienen de validarse a sí mismos es haciendo daño a otro?

Begoña: Todo esto cuenta con María Luisa Ferrerós está recogido en dame la mano. Nos invita a que descubramos cómo conectar con nuestros hijos para que crezcan seguros y felices. Menudo trabajo, María Luisa, que crezcan seguros y felices. Uf, eso hay que hacerlo día a día. Eso no se hace de repente, ¿no?

Mª Luisa: Exacto, esto es un trabajo diario y ahí está el libro un poco para ser ese faro que nos ilumina y nos ayuda en este camino tan bonito y que yo creo que tiene muchas satisfacciones Luego cuando ves que todo va floreciendo.

Begoña: Pues es una gozada poder contar contigo, haber charlado contigo en este podcast, educación, ciudadanía y bienestar digital, María Luisa Ferrerós, una de las psicólogas más reputadas de España con una larguísima trayectoria todavía con muchas cosas que contarnos, ahora en “Dame la mano”, María Luisa Ferrerós ha sido un placer, muchísimas gracias.

Mª Luisa: Muchísimas gracias a vosotros, encantada con la entrevista.

Educación, ciudadanía y bienestar digital, un podcast de PantallasAmigas, presentado por Begoña Beristain.



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